El amor en los tiempos del cólera, como el caudaloso y lento río Magdalena a cuyas orillas se desarrolla, fluye pausadamente, y prosa abajo va narrando la historia de Florentino Ariza y Fermina Daza a través de más de sesenta años. Y poco a poco, este escenario y estos personajes, como una mezcla tropical de plantas y arcillas que la mano de Gabriel García Márquez modela y fantasea, van desembocando en los terrenos del mito y la leyenda, acercándose a un oscilante y tenue final feliz.
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Florentino Ariza, hijo
Florentino Ariza, hijo natural de uno de los tres hermanos que consiguieron crear una empresa naviera para el intercambio de mercancías y población a lo largo del mayor río de Colombia, el Magdalena, creció bajo las atenciones de su madre, soltera, y la asistencia económica del padre que nunca le reconoció legalmente. Muerto inesperadamente Pio Quinto, el padre de Florentino Ariza, será el tío, León XII quién ayudará a la viuda y protegerá al sobrino, pues quiso la providencia de que tres hermanos ninguno dejara más descendencia.
Así Florentino Ariza entró a trabajar como mozo de recados del telegrafista, oficio que le permitió entrar en la casa de Lorenzo Daza recién llegado a la ciudad y conocer a su hija, Fermina Daza de la que se enamorará sin solución.
La historia que nos cuenta Gabriel García Márquez tiene su contrapunto en la propia historia de la Colombia de finales del XIX y de comienzos de XX. Una historia que asiste a la muerte inexorable de los colombianos a causa del cólera, la epidemia que encuentra su cuna en las agua pantanosas de los manglares y en los excesos del calor; pero también a causa de las interminables y silenciadas guerras civiles entre el gobierno y las guerrillas sustentadas por la venta de armas y a base de negocios turbios. A lo largo del relato vemos la degradación a la que se ve sometida la selva que rodea al río Magdalena. Una degradación con pérdida de vegetación, de pueblos y de vida animal, a ambos lados del río principal del país. El paisaje va a experimentar la decrepitud al igual de Florentino Ariza y su amada Fermina Daza
Durante las primeras 80 primeras páginas, el autor nos cuenta cómo es la vida de Fermina Daza, mejor Fermina Urbino, casada con el médico Juvenal Urbino, quien va contribuir definitivamente en la lucha por librar a la población de la plaga de cólera. Fermina Urbino viajará como esposa a Europa donde pasará dos años de luna de miel y de donde regresará embarazada de su primer hijo.
El triunfo social de Fermina, calculado meticulosamente por su padre, Lorenzo Daza, se desarrolla ante los ojos y el corazón dolorido de un Florentino Ariza quien había dedicado dos años a cortejar desde la lejanía a Fermina, a escribirle fervorosas cartas de amor y a luchar en el mundo laboral en pro de un ascenso que le hiciese merecedor de las atenciones de Fermina. Sin embargo todo lo que Fermina veía de él era "¡qué pobre hombre!"
Fermín no se desanimó. Todo lo contrario, luchó hasta convertirse en el propietario de la naviera, el propietario de una mansión que estuviese lista para recibir a Fermina, todo ello en la seguridad de que más pronto o más tarde ocurriría, amén de la muerte del doctor Juvenal Urbino.
La primera parte comienza con el suicidio de un fotógrafo, un jubilado antillano, compañero de partida de ajedrez de Juvenal Urbino. Y esas 80 páginas se cierran con la muerte del propio doctor y su funeral, al que acude Florentino y tras el cual vuelve a declararse a Fermina y le jura su fidelidad:
-“Fermina, he esperado esta ocasión durante más de medio siglo, para repetirle una vez más el juramento de mi fidelidad eterna y mi amor para siempre.”Pág. 79
La segunda parte del libro, unas trescientas páginas, permiten conocer a lector la vida misteriosa de Florentino Ariza. Un hombre trabajador e imaginativo pero un hombre gris, vestido de viejo y físicamente nada impresionante, calvo y desdentado. No obstante, a pesar de pasar inadvertido ante la sociedad, llevaba la contabilidad de las mujeres con las que mantuvo una relación más o menos duradera y “cincuenta años más tarde, cuando Fermina Daza quedó libre de su condena sacramental, tenía unos veinticinco cuadernos con seiscientos veintidós registros de amores continuados, aparte de las incontable aventuras fugaces que no merecieron ni una nota de caridad.” Pág. 221
Durante 300 páginas el lector asiste a las relaciones amorosas y por tanto sexuales entre Florentino y viudas mayores que él, mujeres casadas (una de ellas fue asesinada por el marido celoso) e incluso jovencitas y una colegiala de la que era su tutor legal y a la que llevaba a un cuarto que había habilitado en la naviera para este fin. De todo esto, a Fermina, ni palabra, por supuesto. De las “blenorragias, incordio, cresta y empeines”, consecuencias lógicas de tanta promiscuidad, tampoco. Todo quedó en secreto. Y parece que Florentino también conseguía acallar la voz de su conciencia pues apenas sintió la muerte de la esposa infiel descubierta o de la colegiada utilizada y abandonada que terminó suicidándose.
No es de extrañar en un relato así se considere al matrimonio como “una invención absurda que sólo podía existir por la gracia infinita de Dios. Estaba contra toda razón científica que dos personas apenas conocidas, sin parentesco alguno entre sí, con caracteres distintos, con culturas distintas, y hasta con sexos distintos, se vieran comprometidas de golpe a vivir juntas, a dormir en la misma cama, a compartir dos destinos que tal vez estuvieran determinados en sentidos divergentes. En palabras de Juvenal Urbino “el problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno”. Pág. 300
Cuando el lector alcanza las cien últimas páginas, en ese momento ya conoce la trayectoria amorosa de Florentino Ariza y la vida y situación social de máximo relumbrón del matrimonio Urbino y es entonces que regresamos a los momentos siguientes al fallecimiento del doctor Juvenal Urbino.
En las últimas cien páginas el lector conoce el modo con el que Florentino Ariza va a conseguir que la intempestiva Fermina Daza viuda de Urbino le acepte poco a poco y llegue a no poder vivir sin él. Termina la historia con un viaje río arriba en un barco de la naviera, en el que ambos participan. Y para poder seguir juntos el propietario de la naviera Fermín Ariza ordena al capitán que ice la bandera amarilla, la que indica “cólera” y se aleje de la costa.O lo que es lo mismo de las inconvenientes de los juicios de los demás.
Este libro pertenece al realismo mágico del autor. Todo es muy exuberante, los paisajes, las situaciones, por lo que hay un tono muy "sensual" en toda la historia, además de descripciones eróticas. Comienza con un suicidio, y hay un tono muy pesimista y negativo, igual que en todas sus obras. No es muy recomendable. De este mismo autor es muy bueno "Relato de un naufrago" y "el coronel no tiene quién le escriba".