El cura de Malta

Cuenta Churchill en sus Memorias de Guerra, que Gibraltar y la isla de Malta fueron fundamentales durante la Segunda Guerra Mundial, ya que sin sus puertos los británicos hubieran perdido la guerra naval en el Mediterráneo, y con ella Egipto y el Canal de Suez. Malta es una isla fortificada, difícil de invadir desde el mar, por lo que durante la contienda fue, sobre todo, bombardeada desde el aire para provocar su rendición. Los convoyes que enviaba Gran Bretaña con alimentos y municiones para su defensa habían sido hundidos, por lo que los malteses padecieron miedo y hambre; miedo a causa de los bombardeos constantes y hambre por falta de provisiones.

Nicholas de Monsarrat demuestra un profundo conocimiento de los habitantes de Malta y de Gozo, su isla gemela. La novela es un canto al heroismo de Don Salvatore, sacerdote que vive aquel momento entre el pueblo sufriente, aunque no todos los clérigos que aparecen en la novela tengan su generosidad y bonhomía. Un canto, en fin, a la isla, que en las últimas páginas suspira por su independencia de la corona británica, independencia que se hizo efectiva al año siguiente de la publicación de la novela, en 1974.

Una obra excesivamente larga, en la que se hubiera debido prescindir de los capítulos meramente históricos. Malta figura en el Nuevo Testamento -en los Hechos de los Apóstoles- ya que en ella naufragó la nave que conducía a San Pablo desde Palestina a Roma. Al final, hay que pensar que nos encontramos delante de algo que es medio novela, medio propaganda sobre la isla.