Nuestro tiempo posee la personalidad de una época, pero ¿cuál es su estilo? El sistema capitalista se ha impuesto globalmente, ¿cuál es ahora su nueva condición? Un estilo sutil mediante el cual el sistema ha cambiado las estrategias de dominación por la seducción. El capitalismo es ahora más difuso y difícil de combatir. Se encuentra por todas partes y en ninguna porque ha pasado de un estado sólido a gaseoso y porque su objetivo fundamental no consiste ahora en la producción de bienes sino en la producción de realidad, una segunda realidad, o realidad de ficción, expurgada de proyecto y de sentido, descargada de tiempo histórico y convertida en máximo pasatiempo en la cultura de la distracción. "El estilo del mundo", subtitulado "La vida en el capitalismo de ficción", es considerado por los críticos el mejor libro de Vicente Verdú, uno de los más agudos investigadores de lo contemporáneo.
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El aire periodístico de este libro está presente en toda su extensión. Pero el autor consigue hacer un análisis certero de la sociedad actual. Su descripción es irónica, llena de datos, vacía de conclusiones. Verdú no pretende enjuiciar ni dar soluciones. Esto facilita que el lector se haga su propia composición de lugar. En algunos momentos parece que estamos viendo el telediario, o leyendo la prensa del día -cita muchas veces las noticias de prensa-, pero el conjunto de esos datos ofrece una perspectiva distinta y esclarecedora. En algunos momento crudo, en general describe lo que ve. El libro es muy útil, porque el autor ha hecho un trabajo encomiable de comparación de noticias y superposición de actitudes.
Las ciencias sociales hace tiempo que pecan de un excesivo interés por el pasado, incluso por su propio pasado a modo de ombliguismo absurdo: el estudio casi en exclusiva de sus autores pretéritos, de la historia de sí mismos, esconde con frecuencia la incapacidad de sociólogos, politólogos... de asir la cambiante naturaleza del presente y augurar de la mano de la razón y el conocimiento, y con ciertas garantías, el siempre impredecible futuro. El periodismo, por su parte, está atado al hoy, no tiene opción, pero su visión siempre es fragmentaria, condicionada por el medio, obligatoriamente incompleta. Vicente Verdú intenta acabar con estos vicios y condicionamientos y ofrece un retrato general de nuestro presente, del sistema que sin remedio nos abraza y nos ahoga, en 'El estilo del mundo' (Anagrama).
El autor hace gala de su condición de gran observador, de recopilador sensato de la realidad que le rodea, y demuestra su capacidad de trasladarse del detalle a la generalidad en el análisis del sistema que gobierna el mundo de hoy, bautizado por Verdú como 'capitalismo de ficción'. Mientras el capitalismo de producción (de finales del siglo XVIII hasta la Segunda Guerra Mundial) y el capitalismo de consumo (vigente hasta la implosión del bloque soviético) se promocionaban como procuradores del bienestar material, el capitalismo de ficción se constituye en la presunta solución para el bienestar psíquico, articulando una nueva realidad más pueril y simple, una realidad de ficción. Frente a los bienes y servicios, la importancia teatral de las personas. Un capitalismo, el actual, que, sin alternativas globales a la vista, "desaparece como organización social y económica concreta para transformarse en civilización y se esfuma como artefacto de explotación para convertirse en mundo a secas". El capitalismo de ficción se presenta como sistema mundial ineludible, como lo natural, escondiendo su condición de construcción política, como opción designada e implantada con premeditación (desde Washington, singularmente).
La estadística parece dejar ver, destaca Verdú, que la democracia ha dejado de ser una conquista difícil de alcanzar: la mitad de la población mundial vive bajo regímenes que se autodenominan democráticos. No obstante, se trata de una democracia desvirtuada, desnaturalizada. Lejos de ser democráticos, con el conjunto de valores que tal categoría obligatoriamente conlleva, muchos de estos países no son más que sistemas electorales, más o menos limpios, y con una más que mediocre calidad institucional. Son 'democracias pirata' fruto de la corriente global de homogeneización y de liquidación de barreras ideológicas. "La falaz extensión de la democracia, la vana democratización de la democracia, ha derivado en una inesperada enfermedad crónica de la democracia", que ya no pone freno a las desigualdades hijas del capitalismo y en la que lo económico se impone a lo político, lo privado a lo público, lo arbitrario a lo democrático.
'El estilo del mundo' no se trata de un volumen de relaciones internacionales, es un ensayo global sobre nuestra vida, sobre la vida que el capitalismo de ficción nos concede ('La vida en el capitalismo de ficción' es el subtítulo de la obra). Una vida en la que se contempla el consumismo como pasado de moda, pero se consume más que nunca; en la que el mundo de la moda vende más asociándose falsamente con la subversión y el desorden; en la que lo autóctono y lo local han dejado de existir en favor de lo globalizado y homogéneo; en la que lo puro no existe y se vive en una orgía de mestizaje; en la que lo femenino y lo feminizado es lo natural; en la que "el individualismo ha llegado a convertirse en fenómeno de masas"; en la que ya no hay lucha de clases, sólo lucha por ser yo, afán por ser uno mismo; en la que Dios definitivamente ha muerto pero la creencia irracional resucita en otras formas de ilusión... Sin Dios, ni Revolución, ni Patria, nuestra vida ya es nuestra. Secularización, desideologización y la apátrida globalización hacen que la "vida pase a nuestras manos, pero despojada de grandeza".
Vivimos en la era posmoderna, y los 'posts' siempre tienden a la copia, a la reedición, al 'déjà-vu'. Los 'anti' combaten lo establecido, los 'ismos' lo renuevan y los 'posts' lo duplican vulgarmente. Por ello, el autor denuncia que, frente a la compleja y elitista cultura de la modernidad, la posmodernidad nos ofrece una cultura inmediata y vulgar (adiós a la Filosofía y hola al cine y la televisión). Incluso los titulados superiores no reniegan del petardeo imperante (pecado mortal de elitismo trasnochado). "Ser trivial es estar al día", sentencia, y critica, Verdú.
Condición imprescindible para corregir los fallos de nuestro mundo es saber identificarlos, entender nuestra vida y las de quienes nos rodean. Con 'El estilo del mundo', Vicente Verdú trata de ayudarnos en esta tarea, ofrecernos una visión global de la vida en esta nuestra era posmoderna, hacernos saber que efectivamente 'otro mundo es posible' y que no será el capitalismo de ficción quien trabaje por él.(David Page Polo. EUROPA PRESS)