El loco del zar reconstruye la historia del coronel Timotheus von Bock, encarcelado durante nueve años por el emperador Alejandro I y puesto en libertad gracias a su supuesta locura. El narrador, cuñado del coronel, redacta un diario entre 1827 y 1837, en el que –como testigo indirecto- va desvelando las razones que pudieron llevar al emperador a convertir una firme amistad en un terrible castigo. Lentamente, a medida que el diario narra sucesos del presente y desentraña el pasado, crece en el lector la convicción de que Timotheus von Bock es una víctima más –en la historia de la humanidad- de la tiranía del poder cuando se ejerce de modo absoluto. Para encontrar la clave, hay que remontarse al día en que el emperador hizo prometer a von Bock que siempre le diría la verdad: la fidelidad a ese juramento marcará precisamente la desventura del coronel y pondrá de manifiesto que su única locura consiste en su inquebrantable resistencia a la adulación y la hipocresía. Jaan Kross ha sufrido en su propia carne, con su deportación a Siberia, las consecuencias de un régimen que también usurpó la libertad de los individuos. De este modo,
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La parábola descrita en El loco del zar se hace universal y sirve de cartilla para todos aquellos que, como Timotheus von Bock, deciden ser fieles a sí mismos y aceptan la lucha desigual contra el despotismo y la arbitrariedad del poder. Kross ha conseguido una novela de cuatrocientas páginas que se lee con esa ansiedad que provocan las obras maestras.