Sugerentes reflexiones sobre el uso de las nuevas tecnologías, con sus pros y sus contras, para ayudar a no perder la capacidad de reflexionar y de discernir ante la acumulación de información.
Aparte del título no he entendido gran cosa de esta obra. El editor la define como "reflexión sobre formatos y cultura en la era de internet". Ignoro lo que significa esa frase, pero parece que mis compañeros han sacado más fruto de sus respectivas lecturas. Veámoslo.
La sinopsis de cattus comienza calificando el libro como "reflexiones". Efectivamente se trata de consideraciones sueltas y difíciles de relacionar. Uno pensaría que son fichas que tenía el autor sobre la lectura y los libros, que ha desarrollado de una forma más o menos sociológica.
"Sobre el uso de las nuevas tecnologías, sus pros y sus contras" -continúa cattus. Todo en la vida tiene sus pros y sus contras. Tal como yo lo veo los libros son para adquirir conocimientos y la red para obtener información. Aparte de ello ambos suponen una forma de entretenimiento. No por mucha información se es más sabio, pero la búsqueda sistemática del entretenimiento aparta del conocimiento.
"No perder la capacidad de reflexionar y discernir". Muy de acuerdo, pero para reflexionar y discernir hay que tener interés y sobre todo saber lo que se busca. Eso no lo da internet. Hay un aforismo que dice que "no hay buen viento para el que no sabe a dónde se dirige".
Por último, a través de los libros se elabora la literatura, una de las Bellas Artes. No todos los libros tienen la misma calidad literaria, pero tampoco todas las noticias son igual de interesantes ni todas las películas igual de entretenidas.
Quisiera referirme a una característica del texto escrito, singularmente de aquel publicado en papel, que es la de estimular la curiosidad. La curiosidad es la base de la lectura. El libro escrito y encuadernado despierta nuestra curiosidad; buscamos ese volumen oculto en las estanterías, lo ojeamos, comprobamos el autor, nos preguntamos de qué tratará y lo relacionamos con otros. Nos gustan su formato, tamaño de letra y portada, o, por el contrario, nos disuaden de leerlo.
Por último las nuevas tecnologías facilitan la comunicación, en tanto que los libros facilitan el aislamiento. Como se decía: "In angulo cum libelo" (En un rincón con un libro). Mi conclusión es que el libro y las nuevas tecnologías son complementarios, pero que estas, por su mayor facilidad, frecuentemente son disuasorias de la lectura de un buen libro.
Muy interesante, no tanto por la apología del libro en papel como por sus abundantes y sensatas reflexiones sobre el conocimiento, la cultura, la universidad, la lectura... Resulta estimulante.
De nuevo un título engañoso. Cualquier lector que ve en la librería este libro piensa que se va a hacer una comparación entre el libro de papel y el libro electrónico. Los primeros capítulos no desmienten la intención pero manifiestan enseguida que el autor no va por ese camino. En realidad se podría llamar “El elogio del libro” porque es lo que uno se encuentra al leerlo; una serie de consideraciones sobre la importancia del libro y de leer, pero no hay una comparación entre el libro de papel y el virtual. Solo leves intentos, pero evidentemente no concluyentes. ¿Nos gusta más el libro de papel? A muchos lectores si nos gusta más, pero no es óbice para reconocer que es más cómodo llevar en el metro la Tablet que un libraco gordo, tipo “El conde de Montecristo”. Nos gustan las bibliotecas, verlas, examinarlas con detenimiento, ojear los libros y comprender que este o aquel libro han sido muy leídos, están gastados. Les da un caché, una autoridad. En fin, podríamos hablar de muchas ventajas, pero ni siquiera todas juntas podrían desautorizar el libro electrónico. Leer artículo...
Pequeño gran libro. Con frecuencia esta editorial publica libros pequeños aunque grandes por su contenido. Me parece que este, del profesor Barnés, es uno de ellos. La clave podría ser que la acumulación de conocimientos no constituye la sabiduría; algo que muchos aceptamos pero que olvidamos con facilidad. Las nuevas tecnologías e Internet están acelerando el curso de la historia como hicieron antes el papiro, el pergamino y la imprenta.
El enigma de Alonso Quijano, recuerda el autor, fue que no gestionó bien el nuevo formato de los libros de caballerías, y parece que ahora estamos en una fase quijotesca por Internet, con el riesgo de hablar de todo pero sin saber de nada. No sólo para disponer de datos ni para extender las relaciones humanas, si bien las redes sociales sólo son simuladores de amistad, no seamos ingenuos.
Los apartados de este libro siguen el alfabeto, algo sencillo e ingeniosos, desde la “a” hasta la “z”, de un modo suelto y no sistemático repitiendo a veces para remarcar las ideas básicas. Entre ellas me permito destacar las siguientes como invitación a pensar y repensar: la palabra vale más que mil imágenes (ideas); la palabra es un sentido que viaja en un sonido dibujable (conceptos); quienes dominan las palabras dominan el mundo (ideologías); el libro es un mundo abreviado (desenrrollarlo); “pensar” desde la etimología –cogitare- es atraer lo alejado hacia el centro (abstracción); los hombres se pareen a los libros que leen (Erasmo dixit); un gran mal es odiar los razonamientos (manipulación); misólogos son los que odian los libros, y filólogos los que aman el verbo.
Animo a leer esta obra, especialmente a universitarios y profesores, sobre las palabras, las ideas y los libros, que permite salir de la caverna (Platón lo explica), traspasar la frontera de las opiniones, y entrar en el país de la ciencia.
Merece la pena leer este libro, que ayuda a reflexionar con sentido crítico, para no perder los hábitos que ayudan a adquirir la sabiduría. El auge de Internet y las nuevas tecnologías puede ensombrecer lo que realmente importa. El autor anima a usarlas con sentido común para no perdernos en la acumulación indiscriminada de datos, porque no es lo mismo un incunable que un anuncio, un panfleto o que un texto de Platón. Por esto destaca el valor inestimable del libro, porque tiene forma. A sus reflexiones, añade interesantes citas de autores clásicos y recientes. Leer artículo...Otro artículo...
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A parte del título no he
Aparte del título no he entendido gran cosa de esta obra. El editor la define como "reflexión sobre formatos y cultura en la era de internet". Ignoro lo que significa esa frase, pero parece que mis compañeros han sacado más fruto de sus respectivas lecturas. Veámoslo.
La sinopsis de cattus comienza calificando el libro como "reflexiones". Efectivamente se trata de consideraciones sueltas y difíciles de relacionar. Uno pensaría que son fichas que tenía el autor sobre la lectura y los libros, que ha desarrollado de una forma más o menos sociológica.
"Sobre el uso de las nuevas tecnologías, sus pros y sus contras" -continúa cattus. Todo en la vida tiene sus pros y sus contras. Tal como yo lo veo los libros son para adquirir conocimientos y la red para obtener información. Aparte de ello ambos suponen una forma de entretenimiento. No por mucha información se es más sabio, pero la búsqueda sistemática del entretenimiento aparta del conocimiento.
"No perder la capacidad de reflexionar y discernir". Muy de acuerdo, pero para reflexionar y discernir hay que tener interés y sobre todo saber lo que se busca. Eso no lo da internet. Hay un aforismo que dice que "no hay buen viento para el que no sabe a dónde se dirige".
Por último, a través de los libros se elabora la literatura, una de las Bellas Artes. No todos los libros tienen la misma calidad literaria, pero tampoco todas las noticias son igual de interesantes ni todas las películas igual de entretenidas.
Quisiera referirme a una característica del texto escrito, singularmente de aquel publicado en papel, que es la de estimular la curiosidad. La curiosidad es la base de la lectura. El libro escrito y encuadernado despierta nuestra curiosidad; buscamos ese volumen oculto en las estanterías, lo ojeamos, comprobamos el autor, nos preguntamos de qué tratará y lo relacionamos con otros. Nos gustan su formato, tamaño de letra y portada, o, por el contrario, nos disuaden de leerlo.
Por último las nuevas tecnologías facilitan la comunicación, en tanto que los libros facilitan el aislamiento. Como se decía: "In angulo cum libelo" (En un rincón con un libro). Mi conclusión es que el libro y las nuevas tecnologías son complementarios, pero que estas, por su mayor facilidad, frecuentemente son disuasorias de la lectura de un buen libro.
Muy interesante, no tanto por
Muy interesante, no tanto por la apología del libro en papel como por sus abundantes y sensatas reflexiones sobre el conocimiento, la cultura, la universidad, la lectura... Resulta estimulante.
De nuevo un título engañoso.
De nuevo un título engañoso. Cualquier lector que ve en la librería este libro piensa que se va a hacer una comparación entre el libro de papel y el libro electrónico. Los primeros capítulos no desmienten la intención pero manifiestan enseguida que el autor no va por ese camino. En realidad se podría llamar “El elogio del libro” porque es lo que uno se encuentra al leerlo; una serie de consideraciones sobre la importancia del libro y de leer, pero no hay una comparación entre el libro de papel y el virtual. Solo leves intentos, pero evidentemente no concluyentes. ¿Nos gusta más el libro de papel? A muchos lectores si nos gusta más, pero no es óbice para reconocer que es más cómodo llevar en el metro la Tablet que un libraco gordo, tipo “El conde de Montecristo”. Nos gustan las bibliotecas, verlas, examinarlas con detenimiento, ojear los libros y comprender que este o aquel libro han sido muy leídos, están gastados. Les da un caché, una autoridad. En fin, podríamos hablar de muchas ventajas, pero ni siquiera todas juntas podrían desautorizar el libro electrónico. Leer artículo...
Con frecuencia esta editorial
Pequeño gran libro. Con frecuencia esta editorial publica libros pequeños aunque grandes por su contenido. Me parece que este, del profesor Barnés, es uno de ellos. La clave podría ser que la acumulación de conocimientos no constituye la sabiduría; algo que muchos aceptamos pero que olvidamos con facilidad. Las nuevas tecnologías e Internet están acelerando el curso de la historia como hicieron antes el papiro, el pergamino y la imprenta.
El enigma de Alonso Quijano, recuerda el autor, fue que no gestionó bien el nuevo formato de los libros de caballerías, y parece que ahora estamos en una fase quijotesca por Internet, con el riesgo de hablar de todo pero sin saber de nada. No sólo para disponer de datos ni para extender las relaciones humanas, si bien las redes sociales sólo son simuladores de amistad, no seamos ingenuos.
Los apartados de este libro siguen el alfabeto, algo sencillo e ingeniosos, desde la “a” hasta la “z”, de un modo suelto y no sistemático repitiendo a veces para remarcar las ideas básicas. Entre ellas me permito destacar las siguientes como invitación a pensar y repensar: la palabra vale más que mil imágenes (ideas); la palabra es un sentido que viaja en un sonido dibujable (conceptos); quienes dominan las palabras dominan el mundo (ideologías); el libro es un mundo abreviado (desenrrollarlo); “pensar” desde la etimología –cogitare- es atraer lo alejado hacia el centro (abstracción); los hombres se pareen a los libros que leen (Erasmo dixit); un gran mal es odiar los razonamientos (manipulación); misólogos son los que odian los libros, y filólogos los que aman el verbo.
Animo a leer esta obra, especialmente a universitarios y profesores, sobre las palabras, las ideas y los libros, que permite salir de la caverna (Platón lo explica), traspasar la frontera de las opiniones, y entrar en el país de la ciencia.
Merece la pena leer este
Merece la pena leer este libro, que ayuda a reflexionar con sentido crítico, para no perder los hábitos que ayudan a adquirir la sabiduría. El auge de Internet y las nuevas tecnologías puede ensombrecer lo que realmente importa. El autor anima a usarlas con sentido común para no perdernos en la acumulación indiscriminada de datos, porque no es lo mismo un incunable que un anuncio, un panfleto o que un texto de Platón. Por esto destaca el valor inestimable del libro, porque tiene forma. A sus reflexiones, añade interesantes citas de autores clásicos y recientes. Leer artículo... Otro artículo...