Selección de ensayos del autor acerca de la relación entre los valores cristianos y la cultura europea occidental a lo largo de los siglos. Comienza tratando sobre el origen judío del cristianismo, que le llevó a colisionar violentamente con la religión del Imperio Romano. Se detiene después en el análisis de la cristiandad medieval, que no es para Dawson una época oscura como se la suele calificar. Termina con un ensayo de gran interés titulado "La secularización de la cultura occidental y la religión del progreso". Estos ensayos fueron publicados originalmente entre 1950 y 1960.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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1997 | Fondo de Cultura Económica |
441 |
968-16-7783-8 |
Selección e Introducción de Heberto Verduzco Hernández. |
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Es posible que el libro no se
Es posible que el libro no se corresponda exactamente con lo que promete el título. No estamos ante una historia de la cultura cristiana, sino ante una historia de la cultura occidental en relación con el cristianismo.
La tesis de la que parte el autor es la de que "detrás de cada cultura hay una religión determinada". La novedad de esta afirmación puede sorprender, y no se entiende hasta que se piensa en los ejemplos que utiliza Dawson: el caso de la cultura china empapada de confucionismo o el de la India que responde a los valores de hinduismo y budismo. Si acudimos a un ejemplo más actual, comprobamos como hoy cultura y religión islámica tienden a confundirse. ¿Qué es lo que ha hecho -se pregunta el autor- que Europa haya llegado a sobrepasar en cultura, pensamiento y técnica a Oriente, que al fin y al cabo es la cuna de la civilización? Para el autor la respuesta es inequívoca y corresponde a la aceptación del cristianismo. Veamos cómo.
Entre los valores que define el cristianismo está la separación entre religión y política (Dios y el Cesar); ello ofrece libertad a ambos y supone un límite para el ejercicio de sus respectivas funciones. Igualmente el cristianismo cree en la bondad de la naturaleza y del entendimiento humano; de la síntesis entre lógica y naturaleza derivan la ciencia y la técnica. Por último, el cristianismo defiende la igualdad radical entre los hombres; de ella derivan las definiciones de los derechos humanos y en último extremo la democracia. No quiere decirse que estos objetivos se hayan conseguido totalmente, sin tropiezos ni errores, pero Dawson sostiene que nunca se hubieran alcanzado de no contar, como punto de partida, con los valores cristianos.
Veamos, sin embargo, cuál ha sido la evolución de las culturas basadas en otros principios: Cuando no existe separación entre religión y autoridad política el resultado son regímenes autoritarios, de los cuales el paradigma son las monarquías orientales. De la misma manera, aquellas ideologías que niegan el destino eterno del hombre tienden a sustituir los fines del individuo por los del Estado, y consecuentemente a negar la libertad personal. Dawson denuncia las ideologías que operan como religiones sustitutivas, como es el caso del nacionalismo, ante cuyo altar se exigen todos los sacrificios. Por último, califica como "milenaristas" aquellas ideologías que han prometido una sociedad nueva, como fue en su día la Revolución francesa y, posteriormente, han hecho los regímenes marxistas.
La amplitud del estudio de Dawson hace que el libro sea largo, árido en ocasiones, y exige un esfuerzo de síntesis por parte del lector. Se detiene demasiado en la época medieval. El libro es recomendable para historiadores y filósofos de la historia.