Un personaje imaginario, el papa Celestino VI, hace ver a los hombres las nefastas consecuencias que ha tenido para ellos su alejamiento de Dios. A los cristianos les reprocha su tibieza.
Celestino VI se dirige al pueblo que se llama cristiano, a los sacerdotes, a los ricos, a los pobres, a las mujeres...; y de una forma original escribe a los teólogos, poetas, historiadores, hombres de ciencia y a otros grupos humanos. Es fácil suponer que cuando se dirige a los sin Dios, se está refiriendo a los miembros del Partido Comunista Italiano, muy potente en la postguerra.