La agonía de Cristo

Cuando Tomás Moro estaba en la Torre de Londres acusado de alta traición al rey Enrique VIII, por no aprobar ni su divorcio, ni su pretensión de convertirse en cabeza de la Iglesia, provocando un cisma en la Iglesia de Inglaterra, tuvo muchas tentaciones de volverse atrás. Una de ellas se derivaba de su fina sensibilidad: ¿podía él ofrecerse a ser martir? ¿No sería vanidad, el quedarse delante del patíbulo, frente al Rey y a la conducta de muchos de los grandes de la Isla? La respuesta de Dios la obtuvo mediante la meditación de la Pasión de Cristo y aquella frase del Señor: "No se haga mi voluntad, sino la tuya". Gran edición esta para descubrir que Moro no murió por "alta traición", sino que vive eternamente por "alta fidelidad" a Dios y a su Palabra Eterna. Leer artículo >>