La fruta del borrachero

Bogotá. Década de los noventa. La familia Santiago vive bien, ajena al terror que hay en el país. La pequeña de la familia, Chula, que tiene siete años, parece ser una entre los suyos. Pero es observadora e inteligente. Pronto verá el daño a su alrededor: secuestros, bombas, magnicidios, la guerrilla, el narcotráfico, el omnipresente Pablo Escobar,… Nada pasa desapercibido de su mirada, cuando su madre trae a Petrona, una adolescente de trece años, procedente de los barrios más castigados, para trabajar en su casa. Chula intenta congeniar con ella. Pero Petrona, que trata de mantener a su familia, mientras su primer amor la lleva en dirección equivocada, oculta más de lo que parece. Así, niña y criada se ven envueltas en una red de secretos que las obligará a elegir entre el sacrificio o la traición.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2019 Impedimenta
413
9788417553-01-2

Título original: Fruit of The Drunker Tree

Traducción del inglés por Guillermo Sánchez Arreola

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Imagen de Pipa

Novela de ficción en un tiempo histórico y político real y concreto, entre las décadas de los ochenta y noventa, en Colombia.

Con pinceladas autobiográficas, la autora describe, magistralmente, el ambiente dramático, terrible, de violencia, en la vida ordinaria de una familia bien situada, en este país hispanoamericano.

Con un vocabulario rico en expresiones del español de allende los mares, quizá para algunos lectores de nuestra tierra, desconocidos (como burundanga, niñar, balaceras, blofear, empacar, enceguecer, parqueadero, jalar, curvear,…), lo cual no es perjuicio para la comprensión de la historia que cuenta.

Narran dos de las protagonistas: la niña, Chula, que con su precoz inteligencia, a la vez que su inocencia y sus dotes de observación, describe lo que ve, lo que siente, lo que pasa… en medio de su entorno inseguro, incierto, donde el terror, la violencia, la desconfianza, circula a sus anchas y es la tónica para sobrevivir.

Y, por otro lado, Petrona, la criada, narra cómo lo ve ella, su entorno lleno de miseria, de la que quiere sacar a su numerosa familia, víctima total de la guerrilla y de todo tipo de grupos armados.

La falta de formación generalizada, más en los pobres, pero también en los ricos, no exenta de cariño por parte de la familia que la acoge; la injusticia social; el amor incondicional y ciego de la pequeña por Petrona, ávida de cariño, y con un novio que la lleva por caminos equivocados, a la que no quiere delatar, y desea cubrirle siempre sus espaldas…. Todo esto lleva a Chula a un sentido de la culpa que no está resuelto en la novela.

Aunque la historia se desarrolla en un país con católicos, no hay apenas religiosidad alguna. Poca o nula trascendencia. Aunque en ocasiones se “utilice” algún sacramento, como la Primera Comunión de Petrona, como excusa para su consuelo.

En definitiva, es una novela dura, que explica cómo crecen, Chula y Petrona, en medio de una sociedad dominada por el miedo, los secuestros, las amenazas, la muerte; las rupturas familiares a consecuencia de todo esto… Crecen como pueden, en medio de secretos que las obligan a elegir entre sacrificio o traición.

Gustará a quienes quieran saber de estos temas. Pero el hecho de ser tan dramática seleccionará a los posibles lectores de hoy, hartos de oír tantas historias dolorosísimas.

Interesante para una posible tertulia literaria.