La obra muestra la experiencia de Agostino, un joven italiano que sobrevive a un sistema social basado en la explotación del patrón sobre el campesino. El viaje se inicia cuando su padre, dada la precaria situación económica de la familia, lo vende como criado de un aparcero. Durante el tiempo que pasa en las tierras de Pavaglione, conocerá el trabajo sin descanso, el hambre y la violencia, el primer amor y el silencio como única respuesta al sufrimiento.
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Esta obra, que podría ser catalogada literariamente entre "La familia de Pascual Duarte", de Cela, y "Los santos inocentes", de Delibes, contiene en la esencia de la historia de ese campesino joven, que es vendido por su padre para ser criado, la mejor expresión de la crudeza humana y la explotación de unos hombres por otros. Pero dejando siempre un último resquicio a la esperanza, la esperanza de avanzar, de mejorar de vida, que es el sentimiento que mueve al protagonista en todo su discurrir por las páginas de la novela. Con esa sencillez complicada de los buenos escritores, la historia de quien descubre que la fuerza de sus brazos y de su dignidad son tan suficientes como imprescindibles para vivir y para soñar. En este hermoso canto de esperanza se adivina un universo que quedará atrás cuando el hombre se libere de aquello que lo mutila material y espiritualmente. Y todo ello sin ira, sin odio, sin rencor. Una buena obra, corta y sencilla de leer, que muestra la dignidad del hombre y su trabajo.