La vida de san Josemaría bajo el signo de la Cruz

El autor, en estas páginas se centra especialmente en la noche oscura que lleva consigo cargar con la Cruz de Cristo. Esta es la idea central del texto. De alguna manera, la misión de Josemaría Escrivá en el mundo. Y la perspectiva de algunos tiempos de oscuridad que el Señor permitió para preparar su espíritu, fortalecerlo y hacerlo así idóneo para llevar adelante la misión recibida.

Tiempos de prueba.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2024 Cristiandad
376
978-84-7057-686-7
Valoración CDL
3
Valoración Socios
3.5
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Esta obra no es propiamente una biografía, si no lo que el título y el autor indican: un ensayo espiritual acerca de como la vida de san Josemaría tuvo lugar bajo el signo de la Cruz y del sufrimiento, lo que Juliá denomina la noche oscura de su alma (pág.17).

En una primera lectura nos fijamos en dos extremos: el primero la insistencia de san Josemaría en que es un pecador, un instrumento inepto y sordo para cumplir la misión que Dios le había encomendado. Si san Josemaría se veía a sí mismo como un pecador ¿qué deberíamos decir los demás? Pero es posible que él viviera las faltas de otros como propias. El segundo detalle se refiere a la percepción que tuvo san Josemaría sobre el Concilio Vaticano II (1962-1965); Ernesto Juliá lo explica con pocas palabras: "Quizá el Señor no le concedió la luz para vislumbrar los frutos de apostolado y de santidad que, a su tiempo y a lo largo de los siglos, se derivarían de las enseñanzas del Concilio" (pág.312).

Una lectura más detallada nos permite ver que san Josemaría tuvo los mismos problemas espirituales que puede sufrir cualquiera; habla de sí mismo como "un alma como la vuestra, con altos y bajos" (pág.287), y en 1938 se queja: "No puedo hacer oración vocal. Mi oración mental y mi vida interior en puro desorden"; añade que ha pasado la acción de gracias de la Misa mirando el reloj para ver si terminaba. "¡Qué pena!" -exclama (pág.191). En otra ocasión lamenta no ser capaz de rezar dos avemarías seguidas sin distraerse (pág.302), pero también exhorta a sus hijos: "No es cuestión de sentimiento. Yo no siento nada, voy a contrapelo casi siempre. No es sentir, es vivir de amor y de fe" (pág.276).

San Josemaría siempre fue reacio a explicar las intervenciones extraordinarias de Dios en su vida, "siempre que ha sido necesario para la Obra" (pág.356), pero alguna vez lo hizo y el autor las reproduce. En 1941, el Opus Dei había sido aprobado canónicamente como Pía Unión por el Obispo de Madrid, pero no por ello cesaron las críticas y calumnias contra su fundador. Pocos días después de la aprobación, Josemaría se encontraba haciendo oración: "Lleno de congoja -escribe-, hacía presente al Señor cuales eran las circunstancias del momento, y la locución interior -sin ruido de palabras, como casi todas las que he tenido en mi vida, pero muy precisa y clara- fue esta: para que se arreglen las cosas se tienen que desarreglar" (pág.217 y A.Vázquez de Prada, vol II, págs.473-474). Recientemente se han adoptado medidas sobre el régimen jurídico del Opus Dei que no sabemos si lo arreglan o lo desarreglan, pero en este último caso recordamos aquella locución divina de 1941: "Para que se arreglen las cosas se tienen que desarreglar".

Ernesto Juliá da un salto en el tiempo entre 1954 y 1965, explicando que se trata de los años del Concilio que merecen un "análisis pormenorizado" (pág.271); no disimula, sin embargo, el sufrimiento de san Josemaría por el visible deterioro de la Iglesia en el postconcilio: Abandono de sacerdotes y religiosos, cierre de muchos seminarios, desobediencia a la Jerarquía, herejías y errores doctrinales, horizontalismo terrenal, revolución sexual...(págs.272,288,297,299,308). San Josemaría denuncia que "no hay pastores que señalen dónde está el lobo. Lo arriesgado es que una persona proclame la verdad, porque le persiguen y difaman. (...) Los mayores enemigos (de la Iglesia) están dentro y arriba" (pág.308). Oleadas periódicas de cieno y desconfianza caen sobre él desde la Curia vaticana y, a pesar de haberla solicitado repetidamente, no se le concede una audiencia con Pablo VI desde 1967 hasta 1973.

En 1975 san Josemaría exclama: "Mi cuerpo ya no da para más" (pág.371). A pesar de que solo tenía setenta y dos años había perdido casi totalmente la visión y no podía ocuparse de los asuntos de gobierno del Opus Dei, es por eso por lo que dice a sus hijos: "Yo pido a Dios que me lleve por la Iglesia; aquí no hago más que estorbar y en el cielo podré ayudar mejor" (pág.364). Este ofrecimiento por el Papa y por la Iglesia fue una constante en él los últimos años de su vida (pág.371). Dios escuchó su oración y lo llamó a su seno el 26 de junio de 1975 (pág.376).

Por lógica, parece que la lectura y estudio de este libro correspondería principalmente a los fieles de la Prelatura del Opus Dei, y, quizás, a otras personas, consagradas a Dios, que lo puedan entender.

 

 

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Libro denso, un texto muy elaborado que permite ahondar en la vida interior de san Josemaría y su misión de fundador del Opus Dei. Incluye muchos textos de notable valor teológico y ascético. El autor trabajó bastantes años en Roma junto a san Josemaría. Luis Ramoneda 

 

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Interesante estudio acerca de las dificultades y pruebas que padeció san josemaría en el camino de su santidad. Leer artículo 1 >>