La obra contiene cuatro ensayos en torno a lo que el autor considera, no ya el placer de leer, sino, más en profundidad, el arte de la lectura.
Los textos, aunque independientes entre sí, tienen un cierto carácter común de itinerario autobiográfico de un lector apasionado. En el primero, el autor recuerda sus lecturas de infancia y el descubrimiento del sentido de la palabra escrita, por encima de la funcionalidad de su uso verbal. El segundo plantea el tema libro, como elemento imprescindible en los viajes para entender el lugar al que se llegue y metafóricamente como imprescindible también para el itinerario existencial. El tercero se refiere a lo que significa el "saber leer", extrayendo el jugo del sentido de cada frase, e introduciendo al lector en su contenido. El cuarto y último cierra esta trayectoria al tratar la cuestión de la relectura de los libros que han dejado buenos recuerdos como fuente de gratas sensaciones, de reencuentro y de descubrimientos insospechados. El conjunto tiene un alto grado de elaboración intelectual que se expresa, sobriamente, sin pretensiones eruditas. Sin embargo, hay que señalar que las abundantes referencias a autores clásicos de diversas épocas y culturas, exigen para su apreciación amplios conocimientos de literatura universal. Su lectura resulta muy interesante y enriquecedora, aunque está destinada a una difusión minoritaria.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
---|---|---|---|---|
2010 | Biblioteca Nueva |
95 |
978-84-9940-062 |
Edición cuidada, elegante en rústica. |
Comentarios
Cuatro breves ensayos
Cuatro breves ensayos repletos de intuición literaria. Cuatro trabajos dispares que encandilan al lector recalcitrante y asustan al ocasional. No se sabe de entrada la dirección, lo que quiere decir y, sin embargo, al leer, todo suena a profunda literatura.
En el primero se atreve con el itinerario vital que produjo la afición lectora temprana del propio autor. Quizá lo que me ha parecido más interesante es la comparación y, por lo tanto, podremos agradecerle que nos haya hecho pensar sobre nuestra trayectoria lectora, desde la más tierna edad, ante todo para constatar que no es la misma, aun con ciertos paralelismos.
El segundo es el convencimiento de que el libro es tan importante en un viaje como la maleta. El libro de viajar, que no es lo mismo que el libro de viajes, que puede surgir después. Se desprende de este capítulo una afición a la lectura a prueba de cualquier eventualidad, pero además el convencimiento de que un libro afín al tipo de viaje abre muchas puertas al entendimiento del mismo desplazamiento.
Y el tercero me ha parecido especialmente emotivo porque nunca había leído un panegírico tan contundente sobre la relectura, a la que soy tan aficionado. Tengo que reconocer que en muchos casos me viene obligada –al recomendar para una tertulia un libro que leí - pero nunca me he arrepentido. La relectura es la medida del clásico.
Y el cuarto ensayo es un repaso de soslayo y como quien no quiere la cosa, de unos cuantos títulos significativos leídos por el autor, sin que se diga que sean los mejores, ni los más relevantes en su memoria, seguramente fueron los que surgieron al hilo de unos pensamientos. Muy sugerentes. Leer artículo...
Ensayo muy original y sugerente, una densa metáfora sobre la vida y la lectura. Algunas referencias autobiográficas y el fruto de las reflexiones del autor, llenas de sensibilidad, con un estilo muy trabajado, que es una invitación al enriquecimiento interior con la ayuda de los buenos libros. Muy interesante para profesores, estudiantes universitarios... Sin leer, no se puede llevar una vida plena.