En 1966 Guillermo Díaz-Plaja escribió su "Memoria de una generación destruida". Se refiere a la Generación literaria de 1936 a la que él mismo perteneció, y que quedó marcada por la Guerra Civil o el exilio. "Demasiados jóvenes en 1936, de pronto éramos demasiado viejos en 1939" (pág.143).
El autor recuerda los intentos de aproximación entre los intelectuales de lengua castellana y catalana antes de la guerra, y propugna un nuevo acercamiento entre las literaturas peninsulares: "Aceptemos nuestra diversidad como una fabulosa riqueza de espíritu" (pág.154). "Contra los intransigentes de aquí y los expulsionistas de allí intentamos extender un puente con nuestros brazos" (pág.162).
Comentarios
¿Qué sabía yo de Guillermo
¿Qué sabía yo de Guillermo Díaz-Plaja o de la Generación literaria de1936? Nada en absoluto; si acaso algunos nombres. Sin embargo Díaz-Plaja publicó en su vida (1909-1984) más de doscientos títulos, fundamentalmente estudios literarios y poesía. El autor dedica un capítulo de esta obra a tratar "la soledad del ensayista" (pág.118), el cual cuenta con pocos lectores aunque fieles.
Díaz-Plaja veló sus primeras armas literarias en Barcelona. Se define a sí mismo como un modernista arrepentido o un aprendiz de vanguardista, hasta que llegó a la llamada poesía pura, que defendían los poetas de la Generación del 27. En 1928, siendo todavía estudiante, asistió en Barcelona a una reunón de intelectuales de lengua castellana y catalana "Han pasado más de treinta años -escribe-, pero el recuerdo de aquella fiesta permanece fijo en el archivo de mi espíritu. Terco de ésta como de muy pocas verdades, he venido predicando la posibilidad de entendimiento entre las aristocracias culturales vecinas" (pág.71).
El autor dedica varios capítulos a la necesidad de entendimiento entre las que ha llamado aristocracias culturales. Hay sin embargo un matiz que hace diferentes a ambas realidades: los catalanes son bilingües en tanto que los castellanos no lo son ni ven la necesidad de serlo. "Nuestra condición de bilingües -afirma el autor catalán- nos da una flexibilidad de espíritu de la que carecen los que no se mueven en esa situación" (pág.154). "Los que pertenecemos a las Españas biligües sabemos cuánto perfeccionaría el concepto de comunidad una visión comprensiva de la realidad hispánica" (152).
Díaz-Plaja rememora a los escritores que conoció en Barcelona y Madrid antes de la guerra. La Generación del 36, a la que él se adscribe, quedó marcada ("destruida") por la guerra y el exilio; un exilio que pudo ser exterior o interior. "Memoria de una generación destruida" es un libro breve, pero difícil de resumir por la cantidad de buenas ideas que contiene. En este momento de difícil convivencia entre Cataluña y el resto de España, es reconfortante leer a un autor catalán que sugiere la necesidad de diálogo y mutua comprensión entre los intelectuales y estudiosos de ambas comunidades lingüísticas.