"A merced de los pájaros", primer poemario de Jesús Cotta (Fundación ECOEM, Sevilla 2009), fue uno de los generosos regalos de los Magos. Contiene numerosos poemas que me han cautivado, como el maravilloso soneto “Ulises”, prodigiosos endecasílabos que dicen muchas cosas de un modo muy original. Hay otros sonetos fantásticos, como el que dedica a ese otro gran poeta, José Julio Cabanillas, “Si aún tienes un amigo”, o aquel otro, “Visita a las secuoyas” o, en fin, tantos más. Pero si tuviera que elegir un poema, quizás no el mejor, pero que habla de los almendros, y por tanto ya se merece todo mi respeto, es el que lleva como título “El almendro florecido”. Sin embargo, quería transcribiros otro, que me ha recordado a un poema de Walt Withman, y que es estupendo:
A vosotras, aurigas de la noche,
las admirables, el simpar rebaño,
ciegas de luz, ajenas a la hierba,
hoy os tengo cautivas en el agua.
La brisa riza vuestro noble curso
y el toro de la vida y de la muerte
os podría beber sin más de un sorbo.
¿Quién no os quiere engarzar en un anillo?
¿Qué dirá de vosotros un jilguero
que no pueda cazaros con el pico?
¿Y quién no fue feliz en el engaño
de tener al alcance de los dedos
La más indiferente lejanía?
Hay otro soneto que también recuerda El Astrónomo, del americano, es también un soneto, “El mirón de estrellas”. Pero hay muchos otros poemas de los que me gustaría hablar, como “El joven suicida” o esos otros más familiares, y de alguna manera, más conmovedores como los que dedica a sus hijas, a su abuelo o a su mujer. Formalmente el poemario es un prodigio, con predominio del endecasílabo y a veces del heptasílabo. Son poemas sencillos, y por eso, tan cuidados, tan pulidos. Y el contenido es cercano, emocionante y emocionado (lógico).
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"A merced de los pájaros", primer poemario de Jesús Cotta (Fundación ECOEM, Sevilla 2009), fue uno de los generosos regalos de los Magos. Contiene numerosos poemas que me han cautivado, como el maravilloso soneto “Ulises”, prodigiosos endecasílabos que dicen muchas cosas de un modo muy original. Hay otros sonetos fantásticos, como el que dedica a ese otro gran poeta, José Julio Cabanillas, “Si aún tienes un amigo”, o aquel otro, “Visita a las secuoyas” o, en fin, tantos más. Pero si tuviera que elegir un poema, quizás no el mejor, pero que habla de los almendros, y por tanto ya se merece todo mi respeto, es el que lleva como título “El almendro florecido”. Sin embargo, quería transcribiros otro, que me ha recordado a un poema de Walt Withman, y que es estupendo:
A vosotras, aurigas de la noche,
las admirables, el simpar rebaño,
ciegas de luz, ajenas a la hierba,
hoy os tengo cautivas en el agua.
La brisa riza vuestro noble curso
y el toro de la vida y de la muerte
os podría beber sin más de un sorbo.
¿Quién no os quiere engarzar en un anillo?
¿Qué dirá de vosotros un jilguero
que no pueda cazaros con el pico?
¿Y quién no fue feliz en el engaño
de tener al alcance de los dedos
La más indiferente lejanía?
Hay otro soneto que también recuerda El Astrónomo, del americano, es también un soneto, “El mirón de estrellas”. Pero hay muchos otros poemas de los que me gustaría hablar, como “El joven suicida” o esos otros más familiares, y de alguna manera, más conmovedores como los que dedica a sus hijas, a su abuelo o a su mujer. Formalmente el poemario es un prodigio, con predominio del endecasílabo y a veces del heptasílabo. Son poemas sencillos, y por eso, tan cuidados, tan pulidos. Y el contenido es cercano, emocionante y emocionado (lógico).