Mikael ¿Quién como Dios?

Estudios sobre la santidad y algunos santos. Encabeza el volumen un ensayo sobre La soledad de Dios. A continuación, Santa Juana de Arco; el llamado Tríptico de los mendicantes: San Francisco de Asís, Santo Tomás de Aquino y San Juan de la Cruz; Santa Teresa del Niño Jesús o de Lisieux; y, por último, la Virgen Santísima.

El título es de conveniencia, ya que el libro no trata sobre el Arcangel San Miguel.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1956 Rialp-Col. Patmos
343

Original francés de 1954.

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En su libro Hay otro mundo (Rialp, 1981), André Frossrd nos presenta a Stanislas Fumet: "Stanislas -escribe- había sido durante algún tiempo corrector de pruebas y se le acababa de proponer como director de un nuevo semanario: Temps Present". Es posible que los ensayos contenidos en el presente libro fueran publicados inicialmente en alguno de los semanarios católicos para los que trabajó Fumet.

El autor divide el volumen en cinco libros. El primero: Soledad de Dios, tiene un enfoque metafísico sobre Dios, el Ser por esencia. Fumet sigue la filosofía tomista. Más vale no entretenerse demasiado en este ensayo por su dificultad, y la convicción de que todo lo que se pueda decir sobre Deo Uno y Trino ya ha sido dicho.

En un cambio brusco el autor pasa a comentar las vidas de algunos santos. No se trata de biografías, que se supone que el lector ya conoce; sobre unos datos biográficos mínimos el autor hace su comentario. Por ejemplo en el caso de Santa Juana de Arco, una jovencita que por deseo de Dios había hecho coronar, en 1429, a Carlos VII como Rey de Francia. Su caso nos recuerda que Dios es también Rey de la historia y que cuando lo desea interviene en ella. Que para El no hay nada imposible, como poner fin a la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia, preservando la integridad territorial de ésta. Que cuando Dios actúa lo hace sirviéndose de instrumentos inadecuados para que se vea que la obra es suya; por ejemplo de una jovencita para dirigir los ejércitos del rey de Francia. Por último, queda claro que servir a Dios supone sufrimiento y, en algunos casos el martirio.

San Juan de la Cruz es un santo citado frecuentemente por su doctrina ascética sobre el desprendimiento. Lo más citado del santo son sus poesías alegóricas, pero estas no son fáciles de entender si no se explican. Fumet lo hace aquí para el lector.

De Santa Teresa de Lisieux hace Fumet un estudio más extenso y, desde mi punto de vista, más útil para el lector común. "La santidad -dice Teresa- consiste en una disposición del corazón que nos hace humildes y pequeños en los brazos de Dios, conscientes de nuestra debilidad y confiados hasta la audacia en su bondad de Padre" (pág.287). Su espiritualidad está hecha de humildad, sacrificio y Amor: "Había que aceptar la tierra, las propias insuficiencias y las propias imperfecciones. No se podía dejar abatir uno ... Sentí, en una palabra, que la caridad entraba en mi corazón, y con ella la necesidad de olvidarme de mi misma para complacer a los demás, y desde entonces fui dichosa (págs.264-265). "Y cuando no sienta nada que poderle ofrecer Le daré esa misma nada..." (pág.274).

El último ensayo, La plenitud de la Gracia trata sobre la Virgen Santísima. Hay que repetir lo que se ha dicho sobre la soledad de Dios; no es posible decir algo sobre María que no haya sido dicho ya por los grandes santos. Por cierto, que en este ensayo el autor afirma que la mujer está más inclinada al pecado que el hombre. ¡Cosas antiguas que da verguenza leer!

En resumen, nos encontramos ante un libro de espiritualidad y estudio de desigual valor e interés.