Un fantasma recorre los países más desarrollados: el generismo queer. Tras las grandes conquistas sociales de las últimas décadas relativas al respeto y los derechos de las personas que no encajan en los roles sexuales tradicionales, ha aparecido un nuevo transactivismo: uno que está destruyendo los logros alcanzados, que recae en concepciones retrógradas y genera problemas donde no los había. No está basado en conocimientos de la medicina, la psiquiatría o la psicología. Tampoco existe ninguna filosofía sólida que permita afirmar que se puede nacer en un cuerpo equivocado.
Por el contrario, este nuevo activismo se basa en una filosofía posmoderna ya superada, en una idea particular de justicia social y en una agenda política que no se corresponde con los problemas reales de los individuos. Lo que se presenta como una revolución que por fin da voz a una realidad invisible hasta hoy puede estar encubriendo la legitimación educativa, jurídica y social de los estereotipos sexuales más conservadores.
Nadie nace en un cuerpo equivocado es un brillante libro divulgativo que aborda este tema desde sus mil vertientes: la psicológica, la filosófica y la sociológica; y que atiende a fenómenos como las redes sociales, la vida en la ciudad moderna, la publicidad, la infantilización de la universidad o los problemas actuales de la infancia y la adolescencia, entre otros.
Un análisis riguroso, lleno de empatía y buen humor, que se apoya en tesis fundamentadas y que invita a pensar y a desafiar el lenguaje triunfante de la teoría queer. (Resumen de la editorial)
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Los autores tienen una
Los autores tienen una versión de la moral sexual inmoral, totalmente distinta de lo que enseña la Iglesia: "No existen motivos razonables para condenar la práctica de relaciones sexuales que no tienen más propósito que la obtención del placer que llevan asociado; bien al contrario, la generalización de métodos anticonceptivos que permiten separar inequívocamente aquellas relaciones con finalidad reproductiva de aquellas otras sin dicha finalidad ha supuesto un avance social indiscutible e irreversible". página 49
Inteligente cr´tica de la
Inteligente crítica de la ideología de género. Leer artículo >>
Obra de dos psicólogos y
Obra de dos psicólogos y profesores de la Universidad de Oviedo, resulta intrincada para el lector que se interna en terreno desconocido. Lo primero que nos facilita es el significado de LGTBIQ+, un acrónimo que ha ido creciendo con los años para incorporar nuevas figuras: L de lesbiana, G de gay, T de transexual, B de bisexual, I de intersexual y Q de queer, término éste que, al parecer, engloba a todos los anteriores.
Queer es un término de la lengua inglesa que significa raro y se aplica a todos aquellos que no aceptan el llamado sexo binario, el de un hombre con una mujer. El potpourrí queer integra dos grupos humanos: a) Aquellos que sienten atracción sexual por personas de su mismo sexo -gays, lesbianas y bisexuales. b) Aquellos que no tienen claro a qué género pertenecen y no se sienten identificados con su sexo biológico. El libro de Errasti y Pérez se refiere a estos últimos, niños que desde la infancia juegan con muñecas o niñas que gustan de parecer chicos, varones que gustan vestirse de mujer y viceversa.
¿Qué es antes, el huevo o la gallina? ¿El sexo biológico o el género entendido como la conducta unida a un sexo determinado? Biológica y temporalmente la biología es anterior a la conducta. El sexo es inmutable, en tanto que la conducta está sujeta a factores aprendidos, sobrevenidos e incluso heredados. Los autores señalan como una causa de la mentalidad trans podría ser la exteriorización de determinados malestares y frustraciones sufridos en la infancia y la adolescencia (pág.281), y ponen como otro ejemplo de lo mismo la anorexia nerviosa. Sin embargo, el movimiento queer se niega a aceptar su caso como enfermedad psíquica y defiende que se trata de una opción libre sobre un sexo previamente indeterminado.
La medicina solo reconoce un 0,018 % de sujetos nacidos con un sexo indeterminado. Esta alteración recibe, entre otros, el diagnóstico del síndrome de Klinefelter y supone la mezcla en un mismo sujeto de rasgos sexuales masculinos y femeninos no desarrollados. Esta anomalía se explica en base a una alteración en los cromosomas y, excepto las limitaciones para la reproducción, los afectados llevan una vida normal, en principio binaria. ¿Comete la naturaleza errores como éste? Si, pero un tanto por ciento tan reducido de los casos no justifica una teoría general acerca de la indeterminación del sexo de las personas, tal como pretende la teoría queer.
Errasti y Pérez indican como causas de la mentalidad queer la cultura actual; individualista, narcisista e hipersexualizada. El sujeto se observa a sí mismo y se pregunta acerca de su sexo, sentimientos, emociones y deseos. ¿Desearía ser hombre o mujer? ¿Vivir como lo uno o como lo otro? ¿Cuáles son sus apetencias en el ámbito social? ¿Qué apariencia y actividades le atraen? Por supuesto, la posibilidad de reproducción no figura en su horizonte mental. En casos extremos, la contradicción entre el sexo biológico y el género deseado -la llamada disforia de género- puede ser causa de rechazo social y llevar al sujeto a la depresión e incluso al suicidio.
La medicina y la cirugía ofrecen una "solución" para estos casos, la hormonación para alcanzar ciertos rasgos físicos del otro sexo: pechos, barba, una voz más grave..., e incluso la cirugía correctora de los órganos sexuales. Los autores defienden que, dado que la biología es previa a la psicología, antes de practicar el cambio médico y quirúrgico sería conveniente una investigación psicológica acerca de las causas de la disforia de sexo para cada individuo concreto. El tratamiento psicológico es más sencillo, no es invasivo ni irreversible. El problema está en que por influencia del lobby queer el tratamiento de conversión psicológica está prohibido por la ley.
La ideología queer y la jurisprudencia que la sigue defienden que la mentalidad trans es una opción del sujeto y que nadie tiene derecho a contradecirla; no autoriza a expresarse verbalmente en términos que puedan vituperar o poner en duda el derecho humano a elegir sexo y género, y ni siquiera a especular académicamente sobre las causas de la mentalidad trans ya que alguien podría sentirse ofendido por ello. Concluyen los autores solicitando que se autorice a investigar los problemas de género e identidad con "las mismas herramientas sólidas que usamos en otras áreas de la psicología y la filosofía" (pág.285), sin ser tachados por ello de transfobos ni de violación de los derechos humanos.
El libro se lee bien, aunque es largo y algo repetitivo. Todos deberíamos conocer la existencia de este lobby queer que se presenta en sociedad como el del orgullo.
Los autores de este ensayo,
Los autores de este ensayo, profesores de psicología de la Universidad de Oviedo, defienden algo obvio pero que algunos intentan silenciar: que el sexo existe, es binario y que los sexos son la mejor estrategia reproductiva y base de la organización y perpetuación de la sociedad. Una realidad que está siendo discutida en las redes sociales y se ha convertido en un campo de batalla política.
¿Cómo se ha llegado a una situación en la que afirmar que existen niños y niñas, varones y mujeres, se considere intolerable, un acto de violencia inadmisible? En las políticas de género, dicen los autores, la procreación simplemente queda expulsada, “como si los niños los trajeran las cigüeñas, los cuerpos fueran sexuados por casualidad y los futuros defensores de estas políticas se generaran espontáneamente”.
La filosofía posmoderna, con toda su carga antirracionalista, relativista, subjetivista y nominalista, ha creado el caldo de cultivo para considerar que la ciencia y todo el saber se reducen a una mera construcción social sin referencia real. A ello se unen intereses comerciales que toman las identidades y los cuerpos de los niños y adolescentes como campo de batalla y mercado.
Junto con el individualismo extremo y el narcisismo que caracterizan las sociedades urbanas occidentales, nuevas versiones del dualismo y el gnosticismo subyacen a la ideología de género. "Estamos ante la erupción narcisista de un yo hiperreflexivo que no puede ser cuestionado por nadie”.
Desde una filosofía de corte materialista y ajena a la religión, y fundamentados en su experiencia académica, los autores profesan un gran respeto a las personas que dicen sentirse en un cuerpo equivocado de modo firme y persistente, para las que reclaman todos los derechos y apoyos necesarios, pero a la vez quieren evitar el pensamiento único al respecto, y desde la experiencia clínica proponen terapias alternativas que ayuden a las personas que padecen disforia de género.
El libro analiza a fondo la filosofía de los ideológos de la teoría queer, como Judith Butler o Paul B. Preciado, los testimonios de personas que se han arrepentido de iniciar el proceso de transición al sexo opuesto y el nuevo lenguaje que se ha creado con la pretensión de modificar la realidad en estos ámbitos. Este libro cuenta con el prólogo de Amelia Valcárcel, destacada filósofa feminista, que ha ocupado cargos públicos con el PSOE.