Noticia de Cataluña

El autor analiza el carácter del pueblo catalán como colectividad a lo largo de la historia. Vicens Vives señala los aspectos postivos y también sus contradicciones. Afirma que ha habido momentos en los que Cataluña ha querido colaborar, infructuosamente, en la regeneración del sistema político español y pone como ejemplo de político regeracionista a Enric Prat i de la Riba (1870-1917).

Más de la mitad del libro está dedicada a reseñar las revoluciones que ha protagonizado Cataluña entre los siglos XV y XX. Son bastantes. "Casi diríamos -escribe el autor- que nos complace tener esa historia tempestuosa, atemorizar a los extraños con la fuerza erosiva de nuestras acciones, si no fuera desmentido por nuestra actuación cotidiana" (pág.139).

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1971 Ediciones Destino Colección Áncora y Delfín
151
978-84-2334-506-9

Original de 1954, la última edición en Destino es de 2012.

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El historiador gerundense Jaime Vicens Vives (1910-1960) hizo la guerra civil en el bando republicano, en Sanidad. A pesar de su escasa significación en la contienda, al final de la misma fue depurado y destinado a Baeza (Jaén). No dejó por ello de trabajar en su especialidad y en 1947 obtuvo la cátedra de Historia Moderna en Zaragoza y el año siguiente en Barcelona. A pesar de morir joven tuvo un gran prestigio. Fue un hombre equilibrado, en absoluto franquista y capaz de sortear las dificultades de la época, por lo que su análisis nos merece plena credibilidad. El autor invoca en apoyo de sus tesis a los filósofos catalanes Jorge Pérez Ballestar y José Ferrater Mora.

Comienza el autor señalando las virtudes históricas de su pueblo: "Nos vemos -escribe- como hombres laboriosos, constructivos, reposados, previsores... Nadie podrá negarnos el alto sentido social que poseemos" (pág.138); pero no disimula los defectos: "Soberbia localista y modestia universalista" (pág.100), "choque constante de virtudes y de vicios, de exaltaciones y miserias, de sensatez y arrebato" (pág.142).

Para Vicens Vives el catalán se mueve entre el seny y la rauxa. Entiende por seny la capacidad para hacerse cargo de situaciones concretas, que se manifiesta en el juicio correcto y la acción eficaz, pero el seny también tiene sus limitaciones como son la reducción de las realidades de la vida a los intereses inmediatos o abstenerse de aprovechar situaciones favorables para no comprometerse (págs.142-144). La rauxa es el extremo contrario: "Nos dejamos llevar por la pasión sin sopesar las realidades ni medir las consecuencias. Somos hombres de la llamarada y de las actitudes extremistas, base psicológica de las acciones subversivas, justificación del tot o res -todo o nada-, negación del compromiso y del pacto dictado por la sensatez" (pág.145).

Cuando la realidad disgusta aparecen la nostalgia y el abucheo; nostalgia de un tiempo de plenitud y rechazo de aquello que oprime. Nostalgia y abucheo conducen al desafío y a decir ¡basta! "Cuando nos hemos puesto tercos no ha sido posible hacernos avanzar ni retroceder. Pasamos del recto proceder al desatino casi sin darnos cuenta y evidenciamos entusiasmos incomprensibles por las cosas más minúsculas. Nostalgia e hipercrítica son los caminos más llanos para llegar a la ruptura" (págs.147-148).

Es evidente que con una psicología tan radical no es fácil dialogar ni convivir. Podemos conjeturar que, exaltados por las virtudes propias y los defectos ajenos los catalanes no tengan ningún deseo de convivencia con el exterior: "No podemos ponernos de acuerdo con el resto de los copartícipes en el mismo Estado sobre la manera de entender el trabajo. Desbordamos las posibilidades mentales de nuestros cofrades" (pág.43). "Orientados por un lado a menospreciar al Estado y asetearle con nuestras críticas -exasperándolo- sin intentar una filtración en sus puestos de mando" (pág.66), "hasta mediados del siglo XVIII Cataluña había eludido cualquier tarea colectiva en el seno de la Monarquía" (pág.124).

El autor dirige sus reproches a ésta: "El Estado, la política oficial, hizo cuanto pudo para destruir la única minoría realmente activa [la minoría catalana] aparecida en España desde fines del siglo XVIII " (pág.74). "El entusiasmo de aquella generación catalana quedó decepcionado ante una Monarquía incapaz de recoger sus anhelos, incapaz de dar una seguridad mínima. El Estado no servía, había que rehacerlo" (pág.125). Concluye señalando que "nuestro reformismo ha sido generalmente inadecuado y sin provecho para propios y extraños. Las generosas fuerzas de regeneración que hemos acumulado a lo largo de los siglos, a veces como soluciones capitales del resurgimiento nuestro y de España, las hemos consumido en el flamear de la impaciencia, el atolondramiento de la asonada, la ceguera del todo o nada o la intemperancia del ¡basta!" (pág.149).

Sería interesante saber qué hubiera opinado Vicens Vives sobre la Constitución de 1978, en cuya elaboración participaron dos catalanes, uno de ellos de la llamada Minoría Catalana y otro del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC), así como otros hombres de una gran cultura histórica como fue Fraga Iribarne (AP); qué opinión le hubieran merecido la Constitución y evolución posterior de Cataluña en su relación con el resto de España.