Optimismo vital

La depresión es la enfermedad de las sociedades opulentas y la padecen personas que no tienen que luchar cada día por su supervivencia, pero no por ello es menos real y puede llegar a quitar la vida. "La Organización Mundial de la Salud -escribe Bernabé Tierno- califica a la depresión como la gran plaga del siglo XXI y afirma que acabará siendo la principal causa de discapacidad en el año 2020". Quizá lo más interesante de Bernabé Tierno es que es psicólogo y cree en la psicología. Durante años los psiquiatras han mantenido que al deprimido le falta litio en el cerebro y que basta con reponérselo para que sea feliz. Intuitivamente entendemos que los problemas que acosan nuestra mente y nuestra felicidad no son cuestión de química sino de punto de vista, de ánimo y de falta de esperanza. El autor, sin excluir el tratamiento farmacológico para los casos más graves, se inclina por el valor terapeútico de los pensamientos positivos. Considera que la depresión está causada por la frustración que experimenta la persona al no alcanzar ciertos objetivos personales, de la mayoría de los cuales ni siquiera es consciente. Una educación defectuosa y desprovista de afecto puede hacerle vulnerable ante los pensamientos negativos, y el pesimismo crónico se convierte en paralizante y ciega a la persona sobre la posibilidad de introducir cambios en su vida. Siente que todo le viene dado y que él es un mero espectador de su propia desgracia. Este sentimiento de infelicidad profunda y paralizante es a lo que llamamos depresión. La terapia que propone Tierno consiste en sustituir los pensamientos negativos que atenazan al paciente, por otros positivos que le impulsen. El autor vincula los pensamientos arraigados con las actitudes del sujeto ante la vida, para concluir que quien piensa positivamente actúa positivamente, es feliz y se siente dueño de su propia existencia. Afirma que sólo el veinte por ciento, como máximo, de las circunstancias de entorno y herencia nos condicionan, el resto está en nuestra mano cambiarlo o, al menos, cambiar la percepción que tenemos de ello, de negativa a positiva. No son las circunstancias las que nos hacen infeliz -reitera- sino la percepción que tenemos de las mismas. El autor es sistemático, no divaga, utiliza un lenguaje llano y, como se deduce de lo anterior, es insultantemente optimista. Incorpora al libro un test para que el lector pueda medir su propio nivel de optimismo vital y ciento cuatro textos breves, de distintos autores, para realizar una terapia de optimismo durante doce meses.