El subtítulo de la obra dice así: “Estrategias sencillas para transformar tu vida”. Se trata de cincuenta y dos consejos para alcanzar la paz interior. La autora es psicóloga clínica y se refiere al ejemplo de sus propios padres para demostrar cómo la pérdida de la paz puede suponer un golpe muy duro para el que la sufre y para su entorno. Joan Boryschenko concluye afirmando que, si todos tuviéramos un poco más de paz, también el mundo sería más pacífico.
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Alguien debería estudiar la evolución del pensamiento humanístico desde las cosmogonías primitivas y el pensamiento religioso y cristiano, pasando por el racionalismo y el materialismo hasta llegar a la moderna psicología. Es posible que la psicología se haya desarrollado en algunos momentos al calor de la ciencia médica, pero la mayor parte de los psicólogos actuales practican una psicología humanística, centrada en la búsqueda del sentido de la vida, la felicidad y la paz interior. Este tipo de psicología está relacionada con lo que antiguamente se consideraba sabiduría y tiene un fuerte componente moral. La psicología humanística está ampliamente difundida en los Estados Unidos en contraposición al psicoanálisis y a la psicofarmacología. En “Paz interior para gente ocupada” Joan Boryschenko facilita cincuenta y dos normas de conducta –estrategias las denomina la autora- para favorecer la paz interior. Las divide en seis grupos o capítulos: “Estrategias generales para la vida”, “Estrategias para cuidar de uno mismo”, “Estrategias para cambiar tu relación con el tiempo”, “Estrategias para controlar tu mente”, “Estrategias para desarrollar la compasión, la bondad y la comunicación clara” y “Estrategias para crear sabiduría y propósito en tu vida”. Finalmente la autora ofrece una síntesis de lo que ella considera consejos básicos y serían estos: “Respira, dedica un tiempo a pasear, cuídate, aprende a escuchar, practica la gratitud, perdona, busca el sentido de tu vida, aprende a guiar tu mente y practica algunos actos de amabilidad”. Como podemos comprobar los primeros consejos se refieren al cuerpo, tales como respirar bien, pasear y cuidarse; el segundo grupo a la mente, tales como saber escuchar, controlar los pensamientos o buscar un sentido a la vida; pero la mayor parte se refieren a la vertiente moral, como son la gratitud, el perdón o la amabilidad. El consejo número cincuenta y dos y último dice así: Ten fe. La autora es judía pero se refiere a la fe en el sentido más amplio posible, ni siquiera tiene que ser una fe religiosa. Podríamos poner dos ejemplos que acreditan la profundidad del análisis y del sentido moral de la autora. El primero de ellos recomienda “decir la verdad sin culpabilizar”; un matiz que no siempre tenemos en cuenta cuando tratamos de vivir la sinceridad con los demás. El segundo se refiere al sentido de la vida y afirma que “toda acción que nace de un sentido elevado se convierte en una plegaria”. Por ejemplo, cualquier acto de amor que realiza una madre hacia su hijo se convierte en una plegaria por él. Bonito ¿eh? Lo importante sería actualizar periódicamente ese amor a través de la meditación, algo que también recomienda la autora.