Este pequeño volumen recoge diferentes intervenciones en un encuentro organizado por la Asociación Charles Péguy en mayo de 2007 para reflexionar sobre la asignatura Educación para la ciudadanía (EpC) implantada como obligatoria por el Ministerio de Educación.
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En esta recopilación de trabajos sobre la nueva asignatura "Educación para la ciudadanía y los derechos humanos" predomina un juicio negativo. "Soy de los que opina –afirma uno de los autores- que no debería existir esta materia ni siquiera si sus contenidos fueran inocuos". Sin embargo no parece que una educación para la ciudadanía (o para la convivencia, que debería ser lo mismo) sea una cosa mala. Algunos de los trabajos reunidos en el volumen apuntan a la necesidad de desarrollar una actuación positiva que fomente la educación para la convivencia y sea respetuosa con el derecho de los padres a decidir sobre la educación moral y religiosa que desean para sus hijos. Una educación para la ciudadanía que pudieran aceptar simultáneamente católicos, islámicos y agnósticos. Esta educación podría impartirse no sólo en las escuelas sino también en otras instituciones educativas, ya fueran iglesias, centros culturales o asociaciones, y constituiría un antídoto contra los planteamientos relativistas o nihilistas. En algún lugar del libro se pone de manifiesto como, de los trabajos preparatorios previos a la aprobación de la LOE y de los Decretos que desarrollan los contenidos mínimos de la asignatura, se desprende la intención de los legisladores de sustituir la moral individual, que al parecer generaría fanatismo, por una moral pública universal que se considera preferible para facilitar la convivencia. Es una pretensión ilegal e imposible. Llama la atención que, si en la asignatura de Educación para la ciudadanía se propone el diálogo como la panacea para todos los males sociales, la propia Ley no haya podido ser objeto de diálogo y consenso. La profesora Ana Blanco señala como el Consejo de Europa, en su recomendación 12/2002 a los Estados miembros, sugirió que se potenciasen la participación y la responsabilidad política de los ciudadanos de la Unión, y especialmente de los jóvenes, introduciéndolas, si fuese necesario, en el sistema educativo. Sobre esta base el Gobierno español ha construido una asignatura de contenido filosófico y ético que no guarda relación con la propuesta europea. Mi punto de vista particular es que este tipo de intentos, más que a una actitud negativa, debe llevar a los católicos y a todas las personas de buena voluntad a un mayor compromiso con la verdad y el bien, también en el ámbito de lo público. No puede ser que, como sugieren algunos ensayistas, la solución a la Educación para la ciudadanía sea el acceso al poder del Partido Popular. La alternativa tiene que estar en nosotros mismos, en nuestra formación y en nuestras convicciones.
Ningún tema está suscitando tanta polémica como el debate en torno a la nueva asignatura Educación para la ciudadanía. El presente libro aborda desde una pluralidad de perspectivas una cuestión en la que cristalizan las posiciones sobre la laicidad del Estado, el papel de la conciencia o la libertad de educación.
Después de la presentación del Editor, Javier Restán, de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, comienza planteando quién tiene derecho a educar, pregunta nada ociosa, porque con esta asignatura el Estado se salta el principio de subsidiariedad y suplanta a los padres en la responsabilidad de educar a sus hijos de acuerdo con sus convicciones morales y religiosas. El Ministerio diseña esta asignatura como la estrella de la nueva Ley de educación (LOE), sin buscar el consenso de los agentes educativos ni de la sociedad, que se ha manifestado varias veces en contra reuniendo a millones de personas en las calles.
Las intervenciones de estos expertos invitan a no confiarse y actuar solidariamente abordando la materia desde las perspectivas jurídica, antropológica, pedagógica y la social. Benigno Blanco explica las razones del Foro de la Familia para promover la objeción de conciencia frente a la nueva materia, aunque el abogado Alberto Llabrés ve las dificultades de esa posibilidad según la jurisprudencia disponible. La perspectiva antropológica corre a cargo del Prof. Ignacio Carvajosa de la Facultad de Teología de San Dámaso y de la Prof. Ana Llano, quien expone con fuerza y profundidad los límites de la asignatura que intenta troquelar a los alumnos según la ideología laicista. Los textos de Carmen Carrón, profesora en escuela estatal y Ángel Mel, en escuela de iniciativa social, aportan la experiencia directa de las aulas, subrayando este último que la EpC encuentra arraigo en una sociedad infectada de adoctrinamiento mediático y de modelos sin trascendencia que ofrece contravalores como la ideología de género. José Luis Restán, director de contenidos de la Cadena Cope, cierra esta obra resumiendo el pensamiento más común entre los expertos que considera la LOE como un intento de actuar quirúrgicamente sobre las bases culturales y morales de nuestro sistema de convivencia. Una obra ágil y directa para recomendar a profesores y padres porque ofrece una visión global de las dificultades para educar, materia para reflexionar y medios para luchar por una educación integral de la persona.