Si esto es un hombre surgió en la imaginación de su autor durante los días de esclavitud en Auschwitz, cuando la principal preocupación de los prisioneros era que nadie creería la atrocidad vivida, si ellos lograban salir de allí. Los campos de concentración y exterminio, más que resguardados por las alambradas y los guardias, lo estuvieron por su propia monstruosidad, que los hacía inconcebibles.
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Este no es un libro más sobre
Este no es un libro más sobre el horror de los campos de exterminio nazi. Es un libro escrito por un superviviente que de una forma objetiva y sin apasionamiento va describiendo de forma cronológicas las terribles experiencias vividas día a día por él y sus desdichados compañeros. Llama la atención la forma objetiva de narrar los hechos aunque no por ello deje una huella profunda en el lector.
Químico italiano de origen
Químico italiano de origen judío, Primo Levi (1919-1987) se había incorporado en 1943 a las guerrillas antifascistas del norte de Italia. Faltos de experiencia y armamento, Levi y sus compañeros pronto fueron capturados. Como judío, Levi fue incluido en una expedición que partía para Auschwitz. De los seiscientos cincuenta que hicieron el viaje, sólo 97 hombres y 29 mujeres fueron declarados aptos para el trabajo y el resto desapareció. Levi ingresó en Monowitz, campo cercano a Auschwitz, cuyos prisioneros trabajaban en una fábrica de productos químicos.
Se aproximaba el fin de la guerra; no obstante, el régimen combinado de trabajo a la intemperie y escasa alimentación hacía que la media de supervivencia desde el ingreso de los prisioneros fuera de tres meses. Monowitz acogía a diez mil presos y la selección periódica de los inútiles para el trabajo era el procedimiento para hacer sitio a los recién llegados. Levi sobrevivió un año, y a los cinco meses ya se consideraba un veterano. Pronto comprendió que los valores que regían fuera no eran aplicables dentro del campo; no trató de aislarse sino que se esforzó por conocer a otros presos.
Durante tres meses un obrero civil italiano, por lo tanto no prisionero, le llevaba los restos de su propia comida. “A Lorenzo –dice Levi- le debo estar vivo hoy; y no tanto por su ayuda material, sino por haberme recordado que todavía había un mundo justo fuera del nuestro; una remota posibilidad de bondad debido a la cual merecía la pena salvarse. Gracias a Lorenzo no me olvidé de que yo mismo era un hombre”. Levi tiene la fortuna de ser adscrito a un laboratorio y en el momento de la evacuación del campo se encuentra en el hospital. Impresiona la descripción de cómo la temible estructura represiva se desmoronó en un solo día y cómo unos cuantos cientos de prisioneros quedaron abandonados en espera de los soldados soviéticos. De los ciento veintiséis italianos que ingresaron junto con el autor sólo veinte habían sobrevivido.
Existen abundantes relatos sobre la vida en los campos, ¿qué aporta el libro de Primo Levi? Un fondo sapiencial judío que se refleja en el título: “Si esto es un hombre”. Levi constata el envilecimiento que experimentan verdugos y víctimas y se pregunta por su deshumanización. El autor reconoce que ni los SS, ni los delincuentes que estos utilizaban como “kapos” dentro del campo son representativos del pueblo alemán. Por otra parte, que los prisioneros roben, mientan o negocien con su miseria es un problema de supervivencia. Protegerse del frío o saciar el hambre impedían cualquier otra reflexión. Levi afirma que los prisioneros que trataban de actuar según los valores que habían vivido fuera del campo e incluso los que se preguntaban por qué estaban allí no tenían ninguna opción de sobrevivir.
Al libro no le sobran palabras y el autor hace un uso espléndido de los sustantivos y adjetivos, elabora hermosas comparaciones y frases de gran fuerza. Se lee muy bien.
Tiempos estos de confusión que vivimos, con ideologías amenazantes de la verdad del hombre, pensamientos confusos y teorías pseudocientíficas, atrevidas y polémicas, predispuestas al titular, en busca del reclamo de audiencia enarbolando banderas de género, producto de consumo tan comercializado en nuestros mercados, contra presuntas homofobias. Se hace urgente una formación antropológica seria y profunda, una serena reflexión y meditación sobre "quién es el hombre", desde la experincia radical de nuestra condición personal. Oportunidad entonces para enfrentarse a la lectura, dura, contundente, pero que hace pensar y madurar, de este libro de un superviviente del horror de ser hombre entre hombres que han dejado de serlo. Toda una lección de antropología precisamente allí, en los límites de la humanidad más despersonalizada. La máquina de muerte que fueron los campos de concentración no está tan lejos de la realidad de nuestros días, de una sociedad que, como nos anunciaba sin descanso Juan Pablo II, se alimenta de una cultura de muerte. Aborto, anticoncepción, psicología y cultura de género, eutanasia activa, ataques contra la institución del matrimonio y la familia, no dejan de ser los nuevos rostros del horror, de la destrucción del hombre. Lectura, pues, esta imprescindible, brújula para mares revueltos.
Opinión de Tomás APARICIO ARTALEJO: Pocas veces se puede leer un relato tan mesurado y objetivo sobre uno de los hechos más execrables del siglo que acaba: el holocausto. Lejos de dejarse llevar por el victimismo, Levi, retrata con la visión propia de un testigo todas las atrocidades y la vida, si es que eso era vida, del Lager. En suma, un libro altamente recomendable en el que el lector se identificará con el sentimiento del autor.