Silencios Elocuentes

A medida que el turbulento siglo XX se aproxima a su fin, va creciendo la importancia de un puñado de obras y de artífices que, habiendo hundido en él sus raíces, han cultivado la poética del silencio y han sido capaces de interpretar, a través de ella, la realidad caótica y huidiza de nuestra época. Al intento de desentrañ ar algunas claves de esa poética del silencio van destinadas estas páginas.El texto se estructura a partir de cinco breves estudios sobre otros tantos artistas contemporáneos que han hecho del silencio un ingrediente sustancial de su obra: Jorge Luis Borges, Ludwig Mies van der Rohe, Yasuhiro Ozu, Mark Rothko y Jorge Oteiza.Más allá de las importantes diferencias geográficas y culturales que les separan, hay un rasgo común en la obra de estos cinco maestros: el rechazo del arte entendido como una histérica agresión a los sentidos que la pseudocultura mediática promueve y la afirmación del arte como contemplación, como introspección destinada a desvelar el misterio del mundo.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2002 UPC
72
84-8301-640-4
  • Encuadernación: Rústica
  • Idioma: Español
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"Más allá de las importantes diferencias geográficas y culturales que les separan, hay un rasgo común en la obra de estos cinco maestros. Su rechazo del arte entendido como una histérica agresión a los sentidos que promueve la pseudo-cultura mediática y su afirmación del arte como contemplación, como introspección destinada a desvelar el misterio del mundo". Con estas palabras, el autor manifiesta con precisión el contenido, el sentido de este libro tan original e insólito. Verdaderamente sugerente para captar el ansia de trascendencia de unos hombres que no se conforman... Leer artículo >>

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Silencios Elocuentes es un repaso de figuras excepcionales en distintos ámbitos del arte: Alejandro Borges, Mark Rothko, Yasujiro Ozu, Mies van der Rohe, Jorge Oteiza. Martí parte de la luz. “Asombrar significa literalmente arrojar sombra, dejar que las cosas permanezcan en la oscuridad, es decir, lo opuesto a iluminar, alumbrar, hacer caer la luz sobre algo arrancándolo de su ocultación y velándolo a la conciencia”. Martí asombra de la mano de excepcionales representantes la literatura, la pintura, el cine, la arquitectura y la escultura. Utiliza un elemento tan etéreo como el silencio, que debidamente condimentado, abre espacios “a los lúcidos placeres del pensamiento y las secretas aventuras del orden”, según dicta el autor parafraseando a Borges, quién, a su vez, no dudaría en aplicar esta frase a la lectura del libro.

Martí ha editado un libro elegante y sobrio que deleita al lector en su dimensión material e intelectual. Ha conseguido un libro elemental, que no simple; complejo, que no complicado, replicando en su exposición lo que demanda a la obra de arte: “Sólo a través del sabio manejo de lo elemental estamos en condiciones de obtener lo complejo”. Así Martí, admira que Mies sea capaz de alcanzar la objetividad en la expresión de la estructura, no como fruto de la invención, sino como expresión interna de una época. “El mundo es algo dado que no es preciso inventar sino tan sólo reconocer, dotándolo de una forma estable y comprensible”.

Aquí surgiría el enfrentamiento con el lenguaje como expresión de lo individual, lo novedoso, lo inconfundible o “impactante”. Martí propone como solución lo que denomina “eclipse del lenguaje”, una forma de conservación de la palabra a través de la luz indirecta, reflejada, permitiendo así acentuar la profundidad de la visión. El autor muestra por tanto un camino para ver lo que de otra forma deslumbraría y anularía la visión.

De la mano de Ozu Martí se recrea en el instante, captura el momento y permite deleitarse en el detalle, y a través de la captura del tiempo, genera la ex-presión liberadora del arte moderno: “lo que importa en él no son tanto los elementos cuanto las relaciones que se crean entre ellos y el campo de fuerzas y tensiones que esto provoca”.

¿Es entonces el tiempo, la época, las circunstancias quiénes crean el arte? Martí no concede al zeitgeist la última palabra, aunque haya quienes le rindan vasallaje, ya que entiende que otros muchos “interpretan su época y, a la vez, tratan de trascenderla.”

Silencios elocuentes proporciona ejemplos excepcionales y advierte ante el dogmático zeitgeist que monopoliza el momento: “Vivimos asediados por el ruido, sometidos al ritmo sincopado y frenético de una actualidad que lanza fugaces destellos sobre el mundo, suscitando imágenes instantáneas que se desvanecen antes de que podamos apresarlas. Del fermento de esa realidad disgregada y turbulenta surge una cultura cada vez más obsesionada por registrar las palpitaciones del presente. Una cultura mediática, inmersa en el ruido de la información y de los acontecimientos, a la que, para hacerse oír, no le cabe otro recurso que gritar aún con más fuerza. Una cultura efímera que, arrastrada por la actualidad en su vertiginosa fuga hacia adelante, terminan por confundirse con ella, reproduciéndola y amplificándola sin el menor atisbo de distanciamiento. El ruido del mundo se hace así opresivo y ensordecedor.”

Martí enseña un nuevo camino: la huida del ruido para encontrar la palabra a través del silencio. Entonces el silencio deja de ser vacío para volverse ex-presión elocuente.

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Elocuente repaso de figuras excepcionales en el arte del silencio: Alejandro Borges, Mark Rothko, Yasujiro Ozu, Mies van der Rohe, Jorge Oteiza. Profundas reflexiones sobre la libertad del arte, a pesar de su dependencia y condicionamiento por parte del zeitgeist en el que se integra, con lo que implica la huida del ruido para reencontrar la palabra a través del silencio.