Transbordo en Moscú

Tercera entrega de la trilogía del periodista Rufo Batalla, que lleva por titulo genérico Las tres leyes del movimiento. El periodista ha vuelto a Barcelona donde contrae matrimonio con una rica heredera. El príncipe Tucoolo, que ya había utilizado a Batalla en otras ocasiones, le pide que viaje a Viena a fin de entrevistarse. Los servicios secretos rusos van detrás de Tucoolo, pero al final será Rufo quien caiga en sus manos.

El argumento sirve al autor para exponer sus opiniones acerca de la situación en España y Europa desde mil novecientos setenta y cinco hasta nuestros días.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2021 Seix Barral Biblioteca Breve
370
978-84-322-4128-4

Biblioteca Eduardo Mendoza.

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El argumento de la novela carece de interés, por lo que solo cabe fijarnos en los comentarios que realiza el autor acerca de la situación social y política en España y Europa a partir de mil novecientos setenta y cinco.

Sobre el nuevo sistema democrático establecido en nuestro país, escribe que "cumplía los requisitos, pero no las expectativas" (pág.20); los militantes de izquierdas que "habíamos ido a beber de las fuentes del marxismo, ahora nos veíamos forzados a aceptar la propiedad privada y las leyes del mercado que poco antes deseábamos eliminar" (pág.21). "Durante la dictadura -concluye-, la izquierda había tenido el monopolio de la rectitud moral, [pero] a fuerza de contemplar el deterioro de los principios había llegado por no creer en ellos" (pág.141); fueron los años del pelotazo y nadie ponía trabas a la codicia y el chanchullo (pág.103).

Rufo había viajado a Polonia y vuelve pensando que el régimen comunista "de puertas a dentro, es más capaz y más humano que la panacea que proclama la derecha liberal"; no obstante, en noviembre de 1989 se iba a producir la caída del muro de Berlín. El suegro del periodista afirma que se veía venir: "La economía es lo de menos -afirma-, lo importante es la gente; al pueblo puedes pedirle cualquier cosa, pero has de mostrarle respeto, si lo tratas con desprecio no te lo perdona" (pág.189). Batalla reconoce que la Unión Soviética se había convertido en "una máquina de propaganda vieja, tosca, condenada a fomentar la incredulidad y a fomentar rumores; un sistema obsoleto y vacío de contenido" (pág.19).

Pero la crisis no se iba a limitar a Europa Oriental, sino que en España se estaba gestando una crisis territorial. El autor pone en boca de su protagonista las siguientes palabras: "A medida que se consolidaba el régimen democrático había vuelto a aflorar el conflicto secular entre Cataluña y el resto de España, y la queja de los catalanes tomaba un claro sesgo independentista. La idea de no alterar el status quo ni desmembrar un Estado que por el momento funcionaba bien era sensata; yo no veía sentido a una utópica independencia de Cataluña y las razones aducidas por sus partidarios me parecían más emocionales que objetivas, no todas se ajustaban a la verdad y algunas tenían una connotación excluyente" (págs.311-312).

Súbitamente, la crisis se hizo universal. Agustín, el hermano del periodista que escribía obras de teatro criticando a la burguesía, se encuentra con que "los vicios que trataba de fustigar habían perdido importancia frente a unas crisis que nadie sabía de dónde procedían y que afectaban a toda la sociedad por igual" (pág.345). El industrial confiesa que "en mis tiempos el mercado se regía por la oferta y la demanda, pues hoy ya no. (...) Hemos trastocado el mundo que heredamos de nuestros padres y nos hemos hecho un lío" (pág.199).

"A mis hijos -concluye Batalla- siempre les dije que el trabajo era una parte importante de la vida, aunque no todo. Los animé a cultivar otros intereses, adquirir cultura general, mantener la curiosidad despierta, a no buscar el dinero, el éxito o el poder, sino dedicarse a una actividad cuyo desempeño les produjese satisfacción. Y nunca me puse como ejemplo; no me vanaglorié de nada; no traté de ocultar mis debilidades, mis carencias y mis errores" (pág.340). Se trata de dar una respuesta moral a las crisis sociales y políticas: se puede ser feliz en medio de las peores circunstancias cultivando la verdad, la ética y la cultura.
(Los subrayados son míos).