1950. Un día en un campo de concentración soviético, un lugar donde se vive "a ras del suelo" y "los reclusos no tienen por qué tener relojes: los guardianes saben la hora, y con esto basta"; donde "ni siquiera en sus ideas gozan los reclusos de libertad. Siempre vuelven a lo mismo y no cesan de rumiar: ¿descubrirán la ración que he escondido en mi colchón?, ¿me darán de baja esta noche en la enfermería?..."
Comentarios
En un ambiente sordido, de necesidades primarias es posible tambien la amistad, la lealtad y la libertad interior. Agradecemos al autor que haya decrito solamente un dia en ese campo, y nos podemos imaginar lo que serian varios ańos.
Hace mucho que había leído
Hace mucho que había leído "Un día en la vida de Iván Denisovich". Fue en uno de esos ejemplares verdes, tan bien encuadernados, de Ediciones Orbis. Me había dejado muy buen sabor de boca así que he optado por volverla a leer.
"Un día en la vida..." fue la primera y única novela que pudo publicar Solzhenitsyn en la Unión Soviética. Lo hizo en una revista literaria y tuvo que comprimirla, lo cual entiendo que benefició a la novela. Tuvo que elegir un título que no hiciera referencia al Gulag y resultó este título inolvidable.
Pero vayamos a las cualidades literarias de la novela. La primera es la uniformidad de tono o intensidad. El autor describe un solo día en un campo penal siberiano del campesino Iván Denisovich Shújov. Se encuentra allí al haber sido prisionero de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Bajo el régimen estalinista, cualquiera que hubiese convivido con el enemigo era un espía potencial y al regresar a la URSS le era impuesta una condena de diez años.
La narración se detiene en los hechos curiosos de la vida en el campo tales como las relaciones de poder, la precariedad de las vestimentas con las que los presos habían de enfrentar temperaturas de hasta menos veinte grados bajo cero, la construcción por éllos mismos de nuevas instalaciones y sobre todo el hambre, la necesidad de sobrevivir con las exiguas raciones: una escudilla de sopa dos veces al día y una ración de pan en función de los objetivos de trabajo conseguidos.
La naturalidad con la que Solzhenitsyn narra estos hechos, la astucia del campesino Shújov y la solidaridad entre los prisoneros prestan su encanto a esta novela.