La historia de Helen Keller y Anne Sullivan dio la vuelta al mundo. En 1882, con apenas dos años, Helen quedó ciega y sorda. Hundida en su oscuridad, creció como una niña salvaje y caprichosa. Sus padres, desesperados, buscaron a alguien que les ayudara a educarla. Esa persona fue Anne Sullivan, una maestra que supo encontrar una forma de comunicarse con la niña a través del alfabeto manual, que consiste en
formar letras con los dedos en la palma de la mano de la otra persona. Helen aprendió poco a poco los nombres de las cosas, y a partir de ese momento su vida cambió radicalmente.
Las ilustraciones de Ana Juan introducen al lector en el mundo de tinieblas en el que vive la protagonista. En ellas destaca el uso magistral de la metáfora visual para trasmitir el miedo, la soledad y la frustración, pero también la fuerza interna de los personajes, inmersos en un entorno que gana en detalle y estímulos sensoriales a través de la línea y el color.
La historia de Helen Keller sigue siendo un testimonio hermoso y modélico de superación y valentía humanas, que pone de relieve el tema de la integración de las personas con discapacidad. Esta obra rinde tributo a Helen Keller y Anne Sullivan, precursoras de la pedagogía moderna en el ámbito de la sordo-ceguera y cuya labor ha sido reconocida en todo el mundo.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
---|---|---|---|---|
2019 | Libros del Zorro Rojo |
48 |
978-84-120611-6-1 |
Ilustraciones de la autora |
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Relato sobre la historia de
Relato sobre la historia de Helen Keller y su maestra Anne Sullivan, presentado en formato de álbum ilustrado. La pequeña Helen (1880-1968), con apenas año y medio de vida, sufrió una extraña enfermedad (probablemente, la escarlatina) y, como consecuencia de ella, se quedó ciega y sorda. Durante años, día y noche, vivió sumida en una desesperante e incompresible oscuridad que le impedía relacionarse con el mundo exterior. Incapaz de comprender y llena de rabia, se comportaba de forma salvaje, obstinada y caprichosa. Hasta que a los seis años, sus padres contrataron a Anne Sullivan (1866-1936), que había trabajado con sordociegos y había aprendido el alfabeto manual trazando letras con los dedos en la palma de la mano. De forma milagrosa, Helen aprendió a asociar los objetos con los signos trazados en su mano y dio muestras de una gran inteligencia. En 1900 ingresó en la universidad y se graduó con honores en Derecho cuatro años después. Como abogado, se comprometió en favor de la paz y de los derechos de las personas con discapacidad, impartiendo conferencias por todo el mundo siempre acompañada por Anne.
La autora de esta obra, tanto del texto como de las ilustraciones, es Ana Juan que explica las dificultades para enfrentarse a este arduo relato: “Mi mayor ambición fue la de plasmar la soledad y el aislamiento en los que esta niña había vivido su infancia. Para ello busqué en el blanco y negro una voz que me ayudase a explicar la atonía de su vida y su deambular entre las brumas”. En las imágenes solamente aparecen Helen y Anne como personajes, los padres son solo testigos mudos de su lucha y vemos sus ojos reflejando sus sentimientos: ojos tristes, desesperados y emocionados al final. Unas pinceladas de color se asoman poco a poco a las ilustraciones según avanza el milagro del aprendizaje y de la comunicación.
En cuanto a la narración, la autora ha elegido para el discurso la primera persona narrativa y es la propia Helen quien cuenta su historia. De esta forma, de un modo poético pero estremecedor, puede hablarnos de todas sus sensaciones y sentimientos: la terrible oscuridad, la ausencia de las voces queridas, las tinieblas y el silencio, “aislada bajo una campana de cristal”. En realidad, se trata de dos historias impresionantes, la de Helen y la de Anne, que son un modelo de tenacidad y de superación, reconocido en todo el mundo. Como afirma la autora, en estas vidas ha encontrado un maravilloso cuento de hadas: “una niña perdida en un bosque de brumas, un hada que llega para rescatarla y la lleva a un mundo lleno de emociones y amor... el final de la historia no podía ser más afortunado”.