El autor había publicado en 1976 la Historia política de los dos Españas. En 1979, da a la imprenta A vueltas con las dos Españas en el que se refiere a la Transición política en la que estaba inmerso el país.
El libro está formado por cuatro conferencias que había impartido García Escudero entre 1976 y 1979. Las dos primeras se refieren a hechos pasados y tienen menos interés: Las integraciones frustradas de la guerra civil y La España del exilio. Las siguientes miran al futuro: La Monarquía de los republicanos y La revolución de los reformistas.
García Escudero defiende las tesis de que la Guerra Civil se podía haber evitado a través del diálogo y sobre la superioridad de la reforma sobre la revolución.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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1979 | Biblioteca Autores Cristianos |
211 |
978-84-220-0937-4 |
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El autor defiende la idea de
El autor defiende la idea de que las dos Españas -especialmente en la Guerra Civil de 1936- habían surgido por diferencias ideológicas no resueltas. Cita a Indalecio Prieto, cuando el lider socialista afirmaba: "Acaso en España no hemos confrontado con serenidad las respectivas ideologías para descubrir las coincidencias fundamentales y medir las divergencias, a fin de apreciar si éstas valía la pena ventilarlas en el campo de batalla" (pág.16).
No es fácil compartir totalmente esta idea. Al conflicto se llega por causas psicológicas e intereses materiales. Especialmente la agresividad ínsita en el ser humano, la injusticia, el miedo y como instrumento de afirmación del grupo. Cuando los chicos de pueblos vecinos se arrojan piedras unos a otros no lo hacen por razones ideológicas, aunque éstas aparecerán después como medio de justificar lo injustificable. La razón y la ética pueden suavizar los enfrentamientos, pero no erradicarlos totalmente.
Es especialmente dolorosa la valoración que hace Escudero del "impresionante catálogo martirial de la Iglesia Católica" con la República y la Guerra Civil. Se adhiere a una explicación simplista que toma de Joan Maragall: "Condena brutal, pero certera, de una Iglesia demasiado encerrada en sí misma; bárbara aspiración de otra Iglesia en la que los pobres pudieran sentirse más a gusto" (pág.169). Nada más incierto. Con sus errores, no ha habido institución más abierta a los pobres que la Iglesia católica. Los revolucionarios, puestos a arremeter contra algo cerrado podían haberse dirigido contra la Masonería, pero no lo hicieron.
Sobre la segunda tesis, la superioridad del reformismo sobre la revolución, el autor cita a una pléyade de autores; desde Ortega y Marañón a Besteiro, García Oliver, Azaña o Primo de Rivera. Hace arrancar la línea reformista en España de Jovellanos, Balmes, Cánovas y Menéndez Pelayo. Del lider católico Angel Herrera había dicho Cambó: "¡Curioso destino el de este hombre! Dotado de unas enormes cualidades para la acción, las consagró todas a crear en España unas derechas tolerantes, cultivadas, sinceramente católicas, humanas y generosas. Trabajó para la convivencia en el mutuo respeto de todos los españoles" (pág.122).
García Escudero cita a Balmes cuando éste reclamaba "una política que no se empeñe en obtener lo inasequible, que abra una `puerta por la que puedan entrar todos los partidos sin bajar demasiado la cabeza" (pág.139). También recuerda al Concilio Vaticano II, el cual defiende "la legítima pluralidadad de opiniones discrepantes", "el prudente y sincero diálogo" y el principio de que "todos los hombres, creyentes y no creyentes, deben colaborar en la edificación de este mundo donde viven en común" (pág.187).
Por su esfuerzo de equilibrio, este libro me parece muy interesante para la formación de los jóvenes en la convivencia, y el aquietamiento y serenidad de todos nosotros, estemos o no de acuerdo con el autor.