Juan piensa que el amor es una estupidez, pero se enamora de Sara, la chica nueva de su clase. Cuando Sara le propone robar los exámenes, él no sabe decir que no a la aventura que ella le propone, porque está metido en otra aventura, la de su amor secreto. Ésta es también la historia del paso de la adolescencia a la madurez: en el año de la despedida de Butragueño, un ídolo para Zac, su hermano pequeño, Juan está aprendiendo a valorar eso que se llama «las pequeñas cosas».
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El protagonista es un adolescente, inseguro, idealista, buen compañero, valora la verdad y ser "hombre de palabra". Se porta bien con su hermano pequeño. Él piensa que enamorarse es una estupidez. Pero se ha enamorado de una compañera, aunque no sabe muy bien qué es el lo que le pasa, ni por qué actúa como actúa... Refleja bien el mundo adolescente. El monólogo está escrito con la misma frescura como sale de la cabeza del protagonista. De ahí que se dé cierto "abuso" de falta de puntuación y corrección formal... Se diría que el protagonista no respira cuando piensa o está enfadado... A algunos lectores les puede chocar el vocabulario -un tanto "ordinario"- que en ciertos momentos utiliza, que no es otro que el que se da entre la gente de esta edad. Puede gustar a partir de 14-15 años.
Visión personal de Martín: Mis novelas "juveniles" me parecen tan importantes como las otras. Ésta fue la primera, y no sé si la mejor, aunque desde luego, sí la que más éxito ha tenido hasta ahora. Cuando la publiqué, en 1995, había mucha gente que despreciaba la literatura infantil y juvenil (sigue ocurriendo así, pero, afortunadamente, en un grado mucho menor); había, incluso, escritores que si publicaban en una colección destinada preferentemente a lectores jovenes, lo hacían con pseudónimo; esto no es nada nuevo: el mismísimo Stevenson publicó con otro nombre nada menos que... ¡lLa Isla del Tesoro!. Cada vez es más frecuente que autores "para mayores" escriban también "para jóvenes". Recuerdo que, antes de empezar a escribirla, tenía ya el argumento, los personajes principales, el ambiente en que se desenvolverían, pero me faltaba saber cómo contarlo. Un día, después de una cita con una chica de la que luego tomaría algunos rasgos para el personaje de Sara, llegué a casa muy excitado y escribí apresuradamente algunas líneas que me iban a dar el tono de la novela. Es una de las pocas veces en mi vida que he sentido eso que vagamente llamamos "inspiración". En cuanto al título, tuve que cambiar el que tenía en el último momento, pues hacía alusión al tabaco y a la bebida, y eché mano de una canción que Sinatra hizo famosa, "Something stupid", que venía como anillo al dedo a la novela que tenía escrita. Los personajes y lo que ocurre no tienen nada que ver, pero, por la manera en que está escrita, esta novela se emparenta con "Qué te voy a contar".