Cuando tiene diez años, Paulina es enviada a casa de sus abuelos, a las montañas, para recuperarse de una enfermedad. Esto la libera de su prima Susana, con la que vive desde que murieron sus padres: ¨Susana era para mí como un pared¨. En casa de sus abuelos, su vitalidad devuelve la alegría a todos, se hace amiga de Nin, un chico ciego, y empuja a su abuelo a emprendrer reformas que mejoran la vida de los aparceros que trabajan en sus tierras.