Las Bienaventuranzas, que son la carta magna de los cristianos, nos muestran el arraigo que debe tener en nosotros la alegría como destinatarios que somos de las promesas de Jesús.
Las páginas de este libro, en el que las autoras van desgranando sus reflexiones sobre las Bienaventuranzas, nos ayudan a verlas como una realidad viva experimentable en la propia conducta, aunque, a veces, tengamos la tentación de pensar que pertenecen al mundo irreal de las utopías o que son una meta inasequible.