La educación de los hijos

El volumen reúne tres ensayos tomados de la obra del mismo título de Michel de Montaigne (1533-1592), los "Essais" (1588). Conviene advertir que el ensayo que da título a esta obra no se traduce como "La e. de los hijos" sino "La e. de los niños" (hasta los 16 años según el autor). No trata, por lo tanto, sobre la paternidad sino sobre enseñanza y educación. Si hubiéramos de resumir su contenido a través de una comparación diríamos que así como nadie sembraría un campo sin primero ararlo y preparar la tierra, nadie debería emprender la formación humana e intelectual de un niño sin comprobar antes que está receptivo para ello. El ensayo sobre la educación se complementa con otros dos sobre los maestros y los libros.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2010 Veintisiete Letras, S.L.
81
97884-92720-019

Traducción de Ezequiel Martínez Estrada (Argentina). Prólogo de Adolfo Castañón (Méjico).

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Esta obra es una muestra del pensamiento del autor referido a la educación. Michel de Montaigne fue educado en su infancia por preceptores y posteriormente acudió a una de las escuelas más acreditadas de Francia. No estamos ante un tratado sistemático, sino sobre reflexiones del autor al tiempo que recuerda su propia educación. Montaigne recomienda utilizar la curiosidad natural del niño para desarrollar su gusto por el saber. Una vez que el discípulo se haya acostumbrado a utilizar su propio juicio, entonces se le mostrarán la Lógica, la Física, la Geometría y la Retórica que debería aprender fácilmente. En la cumbre de los saberes coloca la Filosofía, entendida como sabiduría moral o ética. Montaigne rechaza la violencia de los maestros, la acumulación de tratados que convierten al discípulo en un "asno cargado de libros" y la dialéctica tardo escolástica. Según él debería bastar un libro para cada edad. Dado que él fue educado desde su infancia en latín sus favoritos son los clásicos latinos: Ovidio, Virgilio, Terencio y Plauto. En filosofía sigue a Séneca y para la formación del carácter no encuentra nada mejor que las "Vidas paralelas" de Plutarco. Recomienda para el alumno el vigor y la templanza: "Acostumbradle a la fatiga, al frío, al viento y al sol. Alejad de él toda blandura y molicie" Sobre la formación del carácter recuerda cómo Aristóteles inculcó en Alejando "valor, magnanimidad, templanza y seguridad en sí mismo", gracias a las cuales pudo luego dirigir ejércitos y gobernar territorios. En cuanto al espíritu ha de alimentarse de la filosofía, cuya misión es "serenar las tempestades del alma". En estos tres ensayos no se mencionan la religión ni la educación religiosa. Según el prologuista, el mejicano Adolfo Castañón, las ideas pedagógicas de Montaigne tuvieron influencia al otro lado del Canal de la Mancha, en autores como Lord Chesterfield en las "Cartas a su hijo" (1774), en la "Autobiografía" (1873) de John Stuart Mill y en el norteamericano Henry Adams en su libro autobiográfico "La educación de Henry Adams" (1918). Las ideas pedagógicas de Montaigne tienen un componente de utopía, ya que raramente encontraremos niños educados por un preceptor, en lengua latina, etc. No obstante vale la pena leerlo despacio ya que contiene intuiciones interesantes, que podríamos resumir en una frase: Que la enseñanza no mate el deseo de saber y de conocer que todo niño lleva dentro de si.