Ensayo sobre la cultura contemporánea, sus fuentes y características. El autor nos presenta dos utopías: positivismo y marxismo; las enfrenta con otra más antigua, la utopía cristiana.
Gómez Pérez desarrolla sus tesis sobre la cultura en siete capítulos: Cap.I: Las realidades de la cultura. Cap.II: Centralidad de la idea sobre el hombre. Cap.III: La familia. Cap.IV: El mundo de la educación y la libertad de enseñanza. Cap.V: La cultura de los mass-media. Cap.VI: La cultura en el arte. Cap.VII: La clase intelectual. Conclusiones.
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Han transcurrido casi
Han transcurrido casi cuarenta años desde que se publicó este ensayo y algunos de los hechos que comenta el autor han cambiado. Por ejemplo, dedica gran atención al marxismo y en concreto al pensador italiano Gramsci, que hoy son cadáveres en el armario de la historia. Nuevas ideologías se han encaramado sobre las espaldas de las antiguas, ya sea el pensamiento libertario, que rechaza el principio de autoridad, como la llamada sociedad del bienestar, que exige unos estándares económicos que la aplicación práctica del marxismo no podía proporcionar.
El autor nos recuerda como la cultura contemporánea arranca en Descartes. Este pensador dividió la realidad en materia y razón, haciendo ineficaz la filosofía que, desde Aristóteles, había unificado ambos principios para comprender la realidad: física y metafísica. Unos autores seguirán el principio materialista hasta llegar al cientifismo actual. Otros abrazarán la opción idealista, que reduce la realidad a lo pensado. Ambas corrientes son ateas, ya que Dios es espíritu e inabarcable para la razón humana. Hegel y Marx elaboran la síntesis de ambas corrientes a través de los materialismos histórico y dialéctico.
Si el materialismo niega la libertad humana, condicionándola a superestructuras como la economía, el racionalismo pone en duda y relativiza el conocimiento y la cultura en función del momento histórico y del nivel alcanzado por las ciencias en un momento determinado. En la actualidad ambas ideologías convergen en el cientifismo. Esta ideología considera "la ciencia como único acceso a la comprensión del hombre" (pág.131) y realiza una continua extrapolación de los descubrimientos científicos experimentales a la filosofía moral (pág.129). Es el caso de autores como Monod, Skinner, Lorenz, Levi-Strauss o Foucault.
Acerca de la mentalidad llamada progresista, que pone en el cambio su objetivo permanente, Gómez Pérez nos recuerda algo evidente; que "hay cambios que mejoran al hombre y cambios que lo empeoran" (pág.13) y que "no todo cambio supone un progreso" (pág.15). El intento de unificar la enseñanza a través de la escuela pública (págs.58 y ss) y la influencia de los modernos medios de comunicación (págs.74 y ss) tienen como efecto homogeneizar la opinión. Por último, el autor cree descubrir en las corrientes artísticas de vanguardia una voluntad de anomia o tendencia a no sujetarse a normas preestablecidas, constituyendo el artista su propia norma (págs.92 y ss).
Siguiendo a Gouldner (?) el autor se va a referir a la Nueva Clase intelectual (pág.112 y ss). De ésta denuncia la incoherencia de predicar lo que no practica (pág.122); defienden la igualdad pero procuran vivir bien personalmente. Igualmente trata sobre el pensamiento que se considera democrático, según el cual sólo es verdadero aquello que aprueba la mayoría (pág.150); una filosofía que tuviera en cuenta la fe religiosa es considerada por estos autores irracional y fanática (pág.144).
Consecuencia de lo anterior será lo que Gómez Pérez denomina pasotismo con denominación poco afortunada. Esta mentalidad se caracteriza por la indiferencia hacia la verdad y la moral, desánimo ante cualquier esfuerzo e ideal de vivir bien; libertad sin responsabilidad y derechos sin obligaciones; trabajar sólo para el bien propio y del entorno más próximo más atentos a la retribución que a la productividad; en el aspecto familiar rehuir los compromisos definitivos y planificar los hijos cuando no rechazarlos directamente. Por último, se pretende vivir siempre en presente disfrutando de viajes, espectáculos y del disfrute gastronómico y sexual (págs.156-157). A todo ello se ha denominado Estado del Bienestar.
No podemos estar de acuerdo con el autor cuando limita los grandes ideales a dos: Dios y la Patria (pág.156). Existen otros ideales como pueden ser el conocimiento, la unidad y la solidaridad humana, aunque no funcionen como tales si no van orientados hacia los primeros: el conocimiento y amor de Dios, de la familia humana y del planeta por encima de los patriotismos egoístas.
Gómez Pérez concluye tratando sobre la utopía cristiana que es individual y social. Consiste en multitud de pequeñas acciones positivas en todos los ámbitos, en todos los lugares, por todas las personas y en todas las materias: En la familia, información, enseñanza, salud, gobierno, diplomacia, cultura y comercio entre muchísimas otras. A nivel individual es lo que el cristianismo designa como santidad (págs.163 y ss).
El libro es algo disperso y es posible que orientado hacia la polémica. Está dirigido a universitarios y por ello posiblemente quede fuera del alcance del lector medio, pero no deja de tener interés.