Los apocalípticos y el padre Elías


style='font-size:12.0pt;font-family:"Times New Roman"'>Movido por una cierta

expectación provocada por "El Padre Elias. Un

Apocalipsis", me puse a leerlo, aunque no es mi tema, para ver cuales eran

los motivos por los que se puede encontrar en grandes pilas en El Corte Inglés,

entre los más vendidos.

Escenas goyescas



A estas alturas supongo que habrán
oído que se ha estrenado en España, a "bombo y
platillo", la película "Los Fantasmas de Goya", que
según el afamado crítico de cine, Jerónimo José Martín,
puede calificarse de un auténtico panfleto anticatólico.



La leyenda de un viejo reloj



El mes de
noviembre invita a mirar desde más arriba para lograr una mejor perspectiva
sobre nuestra vida y el aprovechamiento del tiempo Cara a la eternidad. Puede ser útil
recordar la mucha sabiduría recogida en un proverbio latino que destacan por su
concisión y claridad.



Dios a la vista (Alejandro Llano)

La nuestra es una época sedienta de Dios. La desertización provocada por el intento de expulsarle de la sociedad y de la cultura está provocando un contraefecto que no acontece por primera vez en la historia de los países occidentales.
Ortega y Gasset lo anunció a comienzos del siglo pasado, cuando insistió en que no se puede pensar con radicalidad si se abandona la insoslayable referencia al Absoluto. Dios volvía a aparecer en el horizonte, ya se le divisaba. Y otro tanto sucede ahora, incluso por contraste.

Alatriste y otros inventos

 

La gran diferencia entre el cine histórico español y el inglés no está en los presupuestos, ni en los actores, ni en el vestuario: está el pobre trabajo de ambientación del primero respecto al segundo. Cuando se escribe una novela histórica, como cuando se hace una película histórica, se requiere mucho conocimiento de la época. No basta con leer una enciclopedia, poner nombres, buscar trajes e imaginar batallas.

Y, al final, todos nos morimos...

Hace unos días hablaba con un amigo de la muerte. Con cierto apocamiento, con algo de miedo a lo que yo podría decirle, manifestó que a él, en realidad, no le importaría morirse. Como le conozco, no me extrañó. No es una persona desesperada ante la vida, ni con dificultad de ningún tipo. Es un buen profesional y padre de familia que, teniendo de todo, ve el más allá con deseos de llegar. Me lo decía con una cierta prevención y advirtiéndome que no se lo dice a nadie, para que no piensen cosas raras.

Educar el tacto (I)


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