A sus cincuenta y siete, la carrera como compositora de bandas sonoras de Calista Frangopoulou, griega afincada en Londres desde hace décadas, no pasa por su mejor momento. Tampoco lo hace su vida familiar: su hija Ariane se va a estudiar a Australia, sin que aparentemente eso la entristezca, y su otra hija adolescente, Fran, está embarazada. Mientras su profesión la arrincona y sus hijas empiezan a abrirse paso por sí solas, Calista recuerda el momento en el que todo empezó para ella.