La psicología cristiana es una cuestión de extrema urgencia y necesidad, pues está en juego el alma de muchísimas personas y su salud mental, espiritual y global. Muchos de los problemas del ser humano tienen su origen en el alma, no en la mente, por lo que hay millones de personas que no están recibiendo el tratamiento adecuado. ¿Quién no ha oído decir que la gente ha dejado de acudir al confesionario para ir al psicólogo? Sin embargo, está claro que el psicólogo no puede perdonar los pecados en nombre de Jesucristo, y por lo tanto, confesor y psicólogo no son, a priori, intercambiables.