En un mundo cada vez más uniforme, en una sociedad donde conviven mil y una creencias, los seguidores de Jesús son urgidos a identificar los fundamentos de su fe.
Es cristiano, en primer lugar, el que ha recibido el agua del bautismo, que lo convierte en miembro de pleno derecho de la Iglesia.
Es cristiano quien presta oídos a la Palabra de Dios, que cada día se hace presente cuando la Escritura santa es proclamada en medio de la comunidad y cuando se medita en la lectura privada.