Jaime, un chico de 17 años, acompaña a su madre al Cementerio de San Isidro para visitar la tumba de su abuelo, recientemente fallecido. En el camino, ella se para ante otra lápida y no puede contener las lágrimas. El comportamiento de su madre y el hecho de que la tumba esté llena de cáscaras de pipas desconciertan a Jaime hasta el punto de que se decide a investigar quién es ese tal Santiago Muñoz Gallardo, cuyo nombre figura tallado en la piedra.