Vivimos en una época en la que parece que solo tenemos derecho a vivir si somos perfectos. Cualquier defecto, cualquier debilidad, cualquier fragilidad parecen prohibidos. Pero hay una forma de salvarse y consiste en construir otra tierra, una tierra fertilísima, la de aquellos que saben ser frágiles.
¿Existe un método para que la felicidad sea duradera? ¿Se puede aprender el cansado oficio de vivir día tras día de forma que se convierta incluso en un arte de la alegría cotidiana?