Cuando el Romanticismo europeo volvío los ojos hacia las costumbres populares y sacó del fondo de los siglos la conciencia de los pueblos, Rosalía de Castro se sumó en su primer libro, Cantares Gallegos (1863), a esa corriente para convertir la alborada poética de un pueblo en el inicio oficial del rexurdimento. Pocas lenguas tienen en su recuperación tras siglos de olvido un texto tan acabado y tan meritoria; sin el triunfo decisivo de este libro sería impensable el desarrollo posterior de la literatura gallega.