“Me llamo Renata Calverley. Yo era una niña pequeña que se quedó sola en el güeto. Me cuidaron personas muy buenas, algunas judías y otras no, que arriesgaron sus vidas por salvarme. La primera vez que me di cuenta de que algo iba mal fue cuando bajamos a los sótanos… Luego se llevaron a mi madre y a mi abuela a Auschwitz. Mi niñera me ayudó a salir escondiéndome bajo su falda…”