Lo que el lector tiene entre manos no es ni una novela de aventuras, con sus personajes sometidos a situaciones-límite, con sus héroes y sus villanos, ni un ensayo filosófico, con sus reflexiones sesudas, sus sucesiones de silogismos y sus citas a pie de página. Tiene entre manos algo que, aun pareciendo más modesto, es en verdad mucho más grande: un diario.