Entre abril de 1942 y marzo de 1944, Hélène Berr, estudiante en la Sorbona, escribió un diario, un documento intensamente emotivo, íntimo, conmovedor y atroz, además de un texto de una madurez literaria asombrosa. Al principio, su amistad con otros estudiantes y profesores, la música y la vida familiar conforman la imagen de una mujer feliz y realizada. Tiene veintiún años, y su belleza es equiparable a su talento. Pero estamos en el París de la ocupación nazi y su familia es judía. Aunque su padre está completamente asimilado, empieza a asaltarle la preocupación.