Con esta re-edición de la autobiografía de Newman, Ciudadela Libros estrena una nueva colección de temática religiosa; El Buey Mudo, en la que tendrán cabida desde clásicos olvidados y vanguardia teológica a inéditos imprescindibles. En 1864, John Henry Newman, para defenderse de las acusaciones de insinceridad que el po lemista Charles Kingley presentó contra él, decidió escribir el relato de su vida. De esta anecdótica controversia surgió una de las autobiografías más personales, íntimas e influyentes de la literatura occidental: Apologia pro vita sua. La temática es la conversión de Newman del anglicanismo a la Iglesia Católica; una historia que versa sobre el valor de nuestras propias elecciones. Apologia pro vita sua es el testimonio de cómo una batalla personal librada en el terreno de la religión y del dogma teológico puede resultar tan apasionante como llena de significado. Newman, con intensidad y elocuencia únicas, va exponiendo los conflictos y cambios en los que forjó su existencia: sus comienzos como pensador liberal, su conversión a la iglesia de Inglaterra, su ordenación como clérigo anglicano, su gradual movimiento hacia el pensamiento católico, su liderazgo del Movimiento de Oxford, su llamamiento a la santidad y a la catolicidad de la iglesia de Inglaterra para concluir en su vuelta al hogar de Roma . Pero, aparte de las poderosas razones espirituales, hay un motivo secular para leer, o re-leer, la Apologia: su maestría literaria. Newman fue un escritor excepcional. Su prosa es un ejemplo estelar de la mejor literatura victoriana. Desde las Confesiones de San Agustín, publicadas 1600 años antes, pocas autobiografías han tenido la relevancia de esta obra de Newman. Apología pro vita sua servirá de inspiración para todas las personas de fe y de guía para todos los que vivan un peregrinaje espiritual.
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Apología Pro Vita Sua es una
Apología Pro Vita Sua es una defensa de la propia integridad. Newman se ve en esta posición ante múltiples acusaciones derivadas de su conversión al catolicismo pero, como él explica, esta conversión no es más que una consecuencia de la búsqueda de la verdad, desterrando prejuicios y haciendo un estudio profundo sobre las Iglesias anglicana y católica: “Había contrariedad entre las pretensiones romana y anglicana, y la historia de mi conversión es simplemente el proceso del trabajo para lograr una solución” (135). Explica además la situación interior en la que se iba encontrando durante este proceso, pues para él no fue un paso fácil de dar: durante los cuatro primeros años desea sinceramente servir a la Iglesia de Inglaterra, a expensas de la de Roma; durante los cuatro siguiente favorecer a la de Inglaterra sin perjudicar a la de Roma ;en el noveno año empieza a desconfiar de la Iglesia anglicana y ya no busca favorecerla, sino no dañarla; y en el décimo año de este proceso considera abandonarla y empieza a escribir en favor de la Iglesia de Roma y -como él dice- indirectamente en contra de la de Inglaterra. Podemos imaginar las contrariedades interiores que supone este proceso, pero ello no justifica la acusación de "romanista solapado" a la que le someten, es un proceso de conversión, lento y profundo.
Uno de los motivos que más le frenaban a dar el paso era el hecho de pensar que los católicos adoramos a la Virgen y a los santos (falsa afirmación), y los errores cometidos o malas acciones de la Iglesia de Roma a lo largo de los siglos, pero como el deduce es tan simple como entender que es "ese tesoro divino <<llevado en vasijas de barro>>".
Me ha sorprendido la cantidad de juicios que se hacen al rededor de una decisión como fue la suya y, sobretodo, lo que puede llegar a inventarse. Por eso entiendo que Newman llegue a escribir este libro, ya no solo para defenderse, sino para dar a conocer la realidad de su pensamiento y su conversión.
Un libro para volver a leer varias veces a lo largo de la vida, pues "¿No cabe esperar que, de aquí a siete años, estemos todos en mejor disposición de espíritu para considerar estos asuntos?".
Diez y nueve años después de su conversión al catolicismo y de su integración en el clero católico, John Henry Newman recibió un ataque en la prensa inglesa; este ataque se hacía extensivo a todo el sacerdocio católico, pero en primer lugar al aludido: el de ser taimado y falto de veracidad. Newman no vió más forma de defenderse de la acusación que exponer la historia de sus creencias religiosas; algo que explicase su paso desde el anglicanismo al catolicismo después de haberse presentado como paladín del primero y enemigo del segundo. Como hoy, en el anglicanismo del siglo XIX existían tres tendencias: la puritana o evangélica, que atendía a la conversión individual desligándose de dogmas y jerarquías; la tendencia liberal o antidogmática, tan propia del siglo XIX transido de racionalismo, y finalmente la tendencia high church o iglesia anglocatólica, que trataba de conservar todo el legado doctrinal y espiritual que había retenido la Iglesia anglicana después de la separación, y que se presentaba como una vía intermedia entre el protestantismo y el catolicismo. Hombre profundamente religioso, sus lecturas y algunos maestros fueron llevando a Newman a una mejor comprensión de la verdad religiosa. Una vez en Oxford y ordenado clérigo de la Iglesia anglicana, dos motivos le impulsaron hacia el catolicismo: en primer lugar su oposición al liberalismo doctrinal que amenazaba con vaciar de contenido religioso al anglicanismo, por otro lado la lectura de los Padres de la Iglesia y de los primeros Concilios que le llevaron a la convicción de que la Iglesia católica era la que mejor reflejaba el cristianismo de los primeros siglos. Newman relata que a partir de su conversión al catolicismo su espíritu estuvo en paz. No es extraño si pensamos en los elementos un tanto circunstanciales y teóricos en los que los anglicanos apoyan la separación: la crítica de la devoción a la Virgen Santísima y a los santos que consideran una idolatría y el anti-romanismo. Para ser anglicano había que ser antirromano y anticatólico. Sobre unas bases negativas es difícil construir nada. Newman se esforzó en apoyar teológicamente lo que el llamó la Vía Media entre catolicismo y protestantismo, pero sin éxito: sus investigaciones le empujaban a Roma contra su voluntad. No es fácil comprender a Newman y su ardiente búsqueda de la verdad religiosa, tan opuesta a sus intereses personales. Tampoco fue fácil para sus contemporáneos que le acusaron de traición y de ser un infiltrado de Roma en el clero anglicano. Le acompañó en su itinerario un grupo de clérigos y seglares, integrados en lo que se llamó Movimiento de Oxford. Sorprende que las polémicas religiosas tuvieran lugar en la Prensa y que suscitaran tal interés. La prosa de Newman, que se considera excelente en lengua inglesa, es abigarrada en castellano. El autor reconoce que no dispuso de la tranquilidad suficiente para redactar la Historia de mis ideas religiosas (título original). Ésta se publicó por capítulos en la Prensa y posteriormente el autor la modificó para publicarla como libro bajo el título definitivo: Apología pro Vita (Apología de una vida). Estas dificultades de estilo, de configuración y sus abundantes referencias teológicas aconsejan leer, antes que la Apología, una biografía de Newman, entre las que destacaríamos la excelente de don José Morales (Ed. Rialp).
Por su contenido es uno de esos libros que tantos citan y tan pocos conocen. Creo que, para las relaciones del Anglicanismo con el Catolicismo es imprescindible. Tal vez, teniendo en cuenta las características del autor y la obra, sea cuesión de "cultura general". Ánimo, aunque el título esté en latín, no es para tanto.
Años de Newman previos a su conversión al catolicismo. Conversaciones, lecturas, amistades, influencias, tensiones interiores y la visión nítida de qué significa ser "recto de conciencia", aunque no te "guste" la propuesta que se manifiesta con fuerza a la propia visión.
Con cierto intimismo en la redacción y bellísima prosa.