Presente y futuro de Europa

¿Cómo se originó Europa y cuáles son sus fronteras? ¿Quién tiene derecho a llamarse europeo y a entrar en la nueva Europa? El autor subraya las raíces espirituales de Europa, que definen su compromiso por promover la paz dentro y fuera de sus fronteras. Sin ese fundamento espiritual, el vínculo se reduce al interés económico, a una política interior ocasional y a una vaga acción exterior.

En diversas conferencias recogidas en este volumen, dictadas entre 2000 y 2004, Ratzinger explica qué es Europa y qué la mantiene unida, qué criterios se exigen para que una acción política sea correcta y cómo preservar la paz.

Colección de conferencias y discursos sobre la materia.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2021 Ediciones Rialp
133
9788432154126

Original de 2005.

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El Cardenal Ratzinger fue Prefecto de la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe entre 1981 y 2005, en el pontificado de san Juan Pablo II, y sucedió a éste al frente de la Iglesia Católica entre 2005 y 2013. Teólogo y profesor universitario, Arzobispo de Munich y Cardenal, Ratzinger había vivido su infancia y juventud bajo el nazismo y llegó a participar como soldado en la Segunda Guerra Mundial; todo ello dejó en él una huella profunda que aparece repetidamente en sus escritos.

En 1992, el cardenal había publicado un volumen bajo el título de Una mirada sobre Europa, con motivo de la caída del telón de acero y la reunificación de Alemania. Ello quiere decir que, además de su trabajo en el Vaticano, mantenía un gran interés por las cuestiones europeas, así como una gran categoría como pensador. Llega el año 2000 y Ratzinger es convocado para pronunciar conferencias sobre la cuestión europea. La suma de textos reunidos en Presente y futuro de Europa constituye un excelente tratado de filosofía del Derecho y Ética política, no sólo para los cristianos sino en todos los ámbitos culturales.

El autor define la Política como dominio de la razón moral para el orden, la paz y la justicia (pág.70). La finalidad de la política no es otra que la de introducir determinados valores morales en la legislación y la actuación del Estado. Estos valores son la dignidad inamovible de la persona humana, la justicia y la paz. Para el autor son enemigos de la paz los nacionalismos, las ideologías partidistas o el desconocimiento de las minorías. Hay materias fundamentales -recuerda- a las que no es aplicable el juego de mayorías y minorías.

Ratzinger trata de desenmascarar determinados mitos culturales que pueden ser contrarios a la justicia. comenzando por el mito del progreso: Todo está permitido cuando se invoca el progreso de la humanidad. La misma vida de los hombres quedaría subordinada a la invocación del progreso, ya sea económico, científico e incluso moral. En realidad no existe progreso en cuanto a la naturaleza humana y la moral: "El ser humano [su naturaleza] comienza de nuevo con cada ser humano" (pág.72) -escribe el autor con frase inspirada.

El segundo mito que se opone a la razón es el de la libertad ilimitada, que desemboca en anarquía: "La libertad sin ley destruye la libertad" (pág.79). La libertad individual y colectiva deben estar sujetas a la justicia y a las normas morales. "¿Es que la humanidad es más feliz desde que ha dado de lado a Dios?" (pág.115) -se pregunta y nos pregunta el autor. No se trata de obligar a nadie a creer, sino de permitir que los valores fundamentales que inspiran las religiones se introduzcan y sean protegidos por la legislación.

El tercer mito sería el bienestar como finalidad de la sociedad y del hombre. "La revolución y la utopia o nostalgia de un mundo perfecto son un mito irracional" (pág.63). Es algo que podemos comprobar cada día por causa de las limitaciones de todo tipo a las que está sujeto el ser humano. "Aprender a vivir es aprender a sufrir" (pág.50) -reflexiona el autor con casi un siglo de experiencia a las espaldas. No menciona el mito de la igualdad absoluta entre los hombres pero se desprende de lo anterior.

No solo los individuos sino también las comunidades y los pueblos son sujetos de derechos -cita el ius gentium- y deben ser tratados con justicia para alcanzar la paz. Ante las heridas abiertas por la historia no cabe más alternativa que el perdón. El cardenal anima a los católicos para hacer valer sus derechos como comunidad, comenzando por el respeto a sus creencias sobre lo sagrado: "No permituimos que nadie se burle de lo que es sagrado para un judío o un musulmán -escribe-, pero el derecho ridiculizar lo que es sagrado para los cristianos se cuenta entre los derechos fundamentales de la libertad" (pág.75).

Es hermosísimo el concepto del Logos como razón creadora, origen racional de toda la realidad (pág.108); pero no solo la razón sino también el Amor. Dios nos ama individualmente y debería alegrarnos saber que "ha escrito nuestros nombres en su agenda" (pág.116). No es posible resumir un libro tan lleno de ideas valiosas. Resulta absolutamente recomendable para todos, especialmente profesores, profesionales del Derecho o la Información, clérigos y laicos católicos. No menciono a los políticos porque parece que la disciplina de los partidos impide cualquier pensamiento individual.

 

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Una interesante recopilación de artículos sobre el futuro de Europa. Leer artículo >>