Durante el mandato de Donald Trump en los Estados Unidos, dos profesores de ciencia política de la universidad de Harvard se preguntan por las garantías y los límites de los sistemas democráticos. Para ellos son garantía de un sistema democrático la tolerancia con el adversario político y la contención en el ejercicio de la oposición.
La política no es una guerra que haya que ganar a toda costa y la polarización de las sociedades pone en peligro el sistema mismo: "Se está abriendo un abismo -advierten- entre cómo funciona nuestro sistema político y nuestra percepción acerca de cómo debería hacerlo" (pág.170).
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2021 | Editorial Planeta-booket |
335 |
978-84-08-23934-5 |
Original de 2018. |
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Pienso que en la actualidad
Pienso que en la actualidad todos vivimos con una cierta incomodidad acerca de nuestros sistemas políticos; vivimos esperando las elecciones, cuando llegan no sabemos a quién votar y cuando votamos parece que nada mejora. Desde hace tiempo he defendido que la democracia es un sistema ético para la convivencia, no -como se pretende- un mero sistema electoral.
Un político ya retirado que fue en su día Presidente del Senado, afirmaba que el fundamento de la democracia es la ley de los grandes números; según él un número suficientemente grande de votantes no se podía equivocar. Parece evidente que cuando la sociedad está radicalizada los números son grandes para todas las tendencias y que uno de los aspectos de la ética democrática debía ser precisamente la protección de las minorías. Hacen falta actitudes además de votos para poder hablar de democracia.
Levitsky y Ziblatt (lo peor del libro son los apellidos de sus autores) se hartan de poner ejemplos de autócratas que han llegado al poder y se mantienen en él por medio de elecciones. El caso de Putin es paradigmático, pero también mencionan a Viktor Orban en Hungría, al partido Ley y Justicia en Polonia, Erdogan en Turquía o Maduro en Venezuela. Los procedimientos para celebrar elecciones y mantenerse en el poder son múltiples: Ilegalizar partidos políticos, ocupar con partidarios los organismos llamados a fiscalizar al Gobierno, censurar la prensa, etc.: "Se siguen celebrando elecciones, la oposición sigue en el Congreso y la prensa crítica sigue publicándose, pero la erosión de la democracia se va produciendo poco a poco" (pág.95).
"¿Son suficientes las salvaguardas constitucionales para proteger una democracia?" Para los autores la respuesta es negativa (pág.118). Constituciones excelentes -la constitución alemana de Weimar en 1919- han obtenido resultados desastrosos. Una Constitución necesita ir acompañada de determinados usos y actitudes en los políticos y en la población en general: "Aceptar que nuestros adversarios tienen el mismo derecho a existir, competir por el poder y gobernar que nosotros" (pág.122).
Cuatro son las actitudes que advierten del carácter autoritario de un político: "1) Rechaza, ya sea de palabra o mediante los actos, las reglas del juego político. 2) Niega legitimidad a sus oponentes. 3) Tolera o alienta la violencia. 4) Indica su voluntad de restringir las libertades a sus opositores, incluidos los medios de comunicación" (pág.32). Algo de esto hemos conocido en España en el último medio siglo. Concluyen los autores señalando que un político que cumpla uno solo de estos criterios ya debería ser motivo de preocupación. A Trump le adjudican los cuatro.
Como ejemplo de conducta legal pero poco democrática mencionan el uso de una retórica voluntariamente desmesurada. Recuerdan el caso del político republicano Newt Gringrich -otro que es de Murcia-, que acusaba al Congreso -por lo menos hasta que él accedió- de corrupto y enfermo, y a los demócratas de intentar destruir el país. Distribuía entre los candidatos republicanos notas internas [los argumentarios] en las que recomendaba que emplearan con sus adversarios palabras peyorativas como patéticos, enfermos, raros, antifamilia y traidores (pág.172). Algo de esto conocemos también.
Termino con una cita de las muchas que se podrían extraer de este libro: "Cuando los partidos rivales se convierten en enemigos, la competición política en una guerra y las instituciones en armas de agresión (...) el resultado es un sistema al borde del precipicio" (pág.246). Como tantos libros de estas características Cómo mueren las democracias es de interés general, pero de lectura ardua.