Es un breve relato, poético, muy bien escrito, de los sueños de un joven que busca el oro de la vida. Esos sueños le llevan a no apreciar la realidad cotidiana, ni el amor de su novia, ni la atención de su abuelo. Y hace un fantástico viaje detrás de un sueño... Pero los sueños le devolverán felizmente a la realidad. Muy entretenido y muy agradable de leer.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2001 | Seix Barral |
187 |
Tçitulo original:L’Apiculteur. Traducción del francés de R.M. Bassols. |
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Una novela leve, bella, poética, alegre, luminosa...y muy, muy sugestiva. De las que dejan buen sabor en el paladar de las lecturas y quizá en la memoria, porque al fin y al cabo, como dice éste mismo “todos los libros vienen de los sueños, y todos los sueños vienen de los libros. ( de Ángel García Prieto )
La fuerza del optimismo arrastra a un joven apicultor a la búsqueda de un sueño, de un aventurado viaje iniciático en el que podrá descubrir la quimera del amor. Novela escrita con un estilo leve, poético, brillante y vital.
El apicultor es una novela de aprendizaje e iniciación. Una oda a la vida poblada por extraños personajes expuestos a sus propios sueños, por Dulcineas inasibles, por maravillas innombrables y por viajes sin otro final que el deseo de emprenderlos. Es la eterna búsqueda, en suma, de la «dorada» piedra filosofal. Es la quimera.
Aurélien es un joven peculiar obsesionado por la búsqueda de la belleza, de «el oro de la vida». Al cumplir veinte años, en 1885, decide convertirse en el único apicultor de su Provenza natal, hechizado por el color dorado de la miel de las abejas. Éste es el primer paso para hacer realidad un sueño aún por definir, para emprender una aventura vital de la que ya no regresará igual que partió, un viaje por tierras africanas en busca del oro. En su deambular sufrirá mil penalidades, encontrará el color dorado de las dunas, del sol, de la piel de una mujer y conocerá a Hippolyte, un excéntrico personaje que le ayudará a realizar un proyecto colosal: la construcción de Apípolis, la gran ciudad de las abejas.