El destierro

Tomo Cuarto de la Autobiografía de Arthur Koestler en la edición de Alianza/Emecé. Corresponde al periodo 1933-1936 y pertenece a la segunda parte publicada por el autor bajo el título de La escritura invisible.

Cuando Hitler comenzó a perseguir a los comunistas alemanes estos se refugiaron en Francia. Koestler llegó a París desde Moscú y Budapest. En la capital francesa trabajó en varias iniciativas culturales a las órdenes del Partido. Allí también escribió sus primeras novelas que fueron censuradas por la organización comunista, mientras que el autor padecía graves dificultades económicas..

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1974 Alianza/Emece
238
978-84-206-1527-7

Original de 1955 en La escritura invisible.

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De este volumen correspondiente a los años 1933-1936, vale la pena detenerse en tres puntos: A) Ingenuidad de las democracias occidentales respecto de la intenciones de Adolf Hitler. B) La propaganda comunista en Europa occidental. C) La creación de los frentes populares.

A) Recuerda Koestler cómo Hitler había retirado a Alemania de la Sociedad de Naciones, denunciado el Tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial, recuperado el Sarre y anexionado Austria; a pesar de lo cual los gobiernos no veían en el Führer inteciones agresivas: "Los pacifistas -escribe el autor- sostenían que los alemanes solo deseaban anexionar los territorios da habla alemana del Rin y el Sarre, pero que eran demasiado inteligentes para intentar tragarse un país como Checoslovaquia" (pág.52). Todavía en 1938, el Evening Standard afirmaba que "la clave de la paz en Europa reside en la convicción de la sinceridad y honestidad del señor Hitler" (pág.52).

Es interesante recordar este nivel de ingenuidad en el momento actual, cuando un Presidente de los Estados Unidos piensa que Putin, formado en el totalitarismo y capaz de asesinar a sus opositores políticos, pretende que solo desea anexionarse los territorios ucranianos de habla rusa. "El pacifismo -afirma Koestler- es una invitación a la guerra" (pág.49).

B) El segundo asunto que trata el autor es el de la propaganda. En la capital francesa los comunistas gestionaban la Comisión Mundial de Ayuda a las Víctimas del Fascismo Alemán; también se había constituido la IWA, Ayuda Internacional Obrera, que en España fue conocida como Socorro Rojo Internacional. Éste se había constituido para auxiliar a la Unión Soviética, pero financiaba en Occidente periódicos, revistas, películas y obras de teatro, así como la resistencia subterránea en el país germano (pág.76). A decir de Koestler, la propaganda comunista había descubierto al liberal simpatizante con la causa y a éste se dirigían insistentes peticiones de ayuda económica.

Mientras tanto, la propaganda de Stalin calificaba la nueva constitución soviética como "la más democrática del mundo", algo que fascinó a los intelectuales en Occidente (pág.178). "En la propaganda totalitaria -escribe Koestler con humor- los detalles no tienen importancia" (pág.67), "nuestras argumentaciones -continúa- eran categóricas, aun cuandos los axiomas en los que se basaban eran unilaterales y sin fundamento" (pág.183); "también -concluye- se asumía la ofensa como arma política y la calumnia como un arma natural y legítima" (pág.101).

En 1936, Koestler se encontraba en Suiza integrado en el llamado Circulo de Humm, junto con otros escritores comunistas o simpatizantes: "El Circulo de Humm -escribe- no representaba ninguna fuerza política, era sencillamente uno de los millares de corrillos literarios e intelectuales, diseminados por todo el mundo, que en su conjunto creaban un clima de opinión pública (...) favorable al gran Experimento Social que tenía lugar en Rusia y a su extensión en Occidente, el frente popular contrario a la guerra y al fascismo (pág.183).

C) El tercer punto se refiere a la creación de los frentes populares aprobada por el Conmitern en su reunión de 1935: "En Francia -explica el autor- los comunistas solo podían triunfar en alianza con los socialistas y la clase media progresista" (pág.152), en consecuencia los socialistas dejaron de ser considerados socialfascistas y los gritos revolucionarios reemplazados por "libertad, paz y unidad nacional" (pág.151). Efectivamente, el Frente Popular francés ganó las elecciones de 1936 con la candidatura del socialista Leon Blum, y gobernó el país hasta 1938. Simultáneamente se arbitró en España un Frente Popular que ganó las elecciones de febrero de 1936, y en el que el Partido Comunista fue ganando en importancia con el paso de los años. Si nos fijamos en la actualidad en España, descubrimos el fenómeno curioso de cómo apoya al Gobierno una suma de partidos políticos con intereses diversos, que bien podríamos considerar que responde al modelo de un frente popular liderado por un socialista.

En conclusión, nos encontramos ante una lectura muy instructiva, si somos capaces de trasponer sus enseñanzas a la actualidad.