«La guerra terminó el 15 de agosto de 1945. Los presos fueron liberados, pero yo sigo aquí. Lo único que ha cambiado es que ahora estoy entre rejas, y que, en lugar del uniforme marrón de guardia, ahora llevo este traje rojo de prisionero. »La historia que voy a contar no trata de mí... No sé muy bien dónde empezará ni cómo terminará; ni siquiera sé si podré concluirla. Me limitaré a ponerlo todo por escrito. Mi historia trata de dos personas que se conocieron en la cárcel de Fukuoka. Un preso y un guardia; un poeta y un censor.» Una cárcel de Japón, en 1944. Un carcelero muere brutalmente asesinado, y un joven guardia es el encargado, para su sorpresa, de emprender la investigación y encontrar al culpable. Un asesinato, una investigación... y una novela profundamente emocionante y conmovedora.
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La novela pretende ser un
La novela pretende ser un alegato en defensa de la libertad a través de la literatura. En efecto, en una situación extrema como es una cárcel, el autor quiere poner de relieve el papel de la cultura y, en concreto, de la literatura en defensa de la libertad de expresión en la sociedad, en contraposición con un régimen totalitario, en este caso, Japón durante la II guerra mundial, que atenta y reprime todas las manifestaciones culturalmente legítimas, cegando todos los canales legales para el desarrollo de toda manifestación de libertad de pensamiento y manifestación pública, utilizando todos los instrumentos de represión imaginables para imponer un igualitarismo en el pensar y en el desarrollo de la sociedad como elemento de autodefensa del régimen.
El argumento y la trama quedan bien reflejados en la sinopsis de presentación del libro y en las puntualizaciones que hace acabrero en su comentario al texto; sencillamente decir que tratándose de literatura en el argumento, esto es, una manifestación señera del espíritu humano y en una situación de sufrimiento extremo, apenas si se hace referencia al aspecto religioso: Dios no aparece sino de pasada en algunos poemas de You Dong-Ju, convenientemente censurados en un contexto de brutalidad inhumana, sin manifestación alguna de esperanza.
El amor a los libros es el
El amor a los libros es el fondo de la historia. Un narrador poeta, creíble porque en su juventud pasó mucho tiempo en la librería de viejo de su madre, que cuenta la historia con un lenguaje de gran riqueza literaria. Conocía a los clásicos occidentales, siendo coreano, estudiando en Japón. Un narrador poeta que descubre a un poeta, Yun Dong-Ju, en la cárcel donde él es guardia, con solo 19 años, cuando debía investigar sobre un asesinato brutal de otro guardia, Sugiyama. Una trama compleja, imparable, sólida, donde los libros están presentes entre el material requisado a los presos, en una galería escavada bajo la prisión, en la mente de los protagonistas, una trama que engancha a un lector que va descubriendo nuevas circunstancias impensables de la historia, y nuevas facetas de la personalidad rica del poeta. Una historia de brutalidad y de humanidad, de desesperación y de esperanza. Sugiyama, Dong-Ju y el propio relator son personajes perfectamente delimitados, con un carácter, una vida pasada y un futuro incierto. Un gran descubrimiento.