Lo que yo creo (Pauwels)

Después de mayo de 1968, algunos escritores franceses denunciaron los excesos e inconsistencias a los que habían conducido las ideologías materialistas. Entre ellos encontramos a Louis Pauwels que, en esta obra, defiende la existencia del espíritu, la necesidad de la oración y alaba a los hombres piadosos y rectos. A pesar de lo anterior, su pensamiento es tortuoso, complicado, y se declara no cristiano; como a tantos modernos, parecen atraerle más las religiones mistéricas y orientales que la revelación judeo-cristiana. Al único autor cristiano que cita es a San Agustín, que también fue un  gran buscador, y antes de incorporarse a la Iglesia católica se mostró a traído por el maniqueísmo y los misterios que éste ofrecía desvelar.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1975 Plaza & Janes
223
9788401480430
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Es difícil buscar las raíces del pensamiento de Pauwels. Esta obra se publicó en Francia en 1970, cuando algunos intelectuales de izquierdas comenzaron a denunciar el irracionalismo hacia el que había derivado el pensamiento radical, desde la Revolución Cultural de Mao hasta el Mayo del 68 francés. La aportación de Pauwels en "Lo que yo creo" es la afirmación tajante de que existe un mundo del espíritu distinto del mundo material, que el hombre puede participar de ese mundo y que éste no se rige por las leyes de la necesidad sino de la libertad.

Como consecuencia de lo anterior Pauwels se muestra enemigo acérrimo del materialismo histórico, del psicoanálisis y de cualquier filosofía que tienda a negar el espíritu, sujetando al hombre y la sociedad a las leyes de la materia y la necesidad. El autor militó en grupos esotéricos e iniciáticos, y en el libro manifiesta su afinidad con la masonería. Se declara no cristiano, pero critica la aceptación del materialismo por algunos clérigos de su época. Resulta llamativo comprobar que Pauwels falleció en 1978, año en el que ascendió al solio ponticio S.S.Juan Pablo II, un gigante en la lucha contra las filosofías materialistas.

El modelo de Pauwels resulta ser su padrastro, un humilde sastre que trabajaba en el cajón de unas escaleras. Éste afirmaba con gracia: "La traición de las iglesias comenzó cuando pintaron a los ángeles con alas, al cielo no se sube con alas sino con las manos", y mostraba sus dedos ásperos. Resulta llamativa esta declaración del trabajo como medio de salvación, por la que este hombre se distanciaba del marxismo, que considera el trabajo asalariado como una forma de alienación.

La lectura de este libro es complicada. Resulta interesante como crítica del materialismo e intento de profundizar en una filosofía del espíritu. Pienso que es útil conocer previamente la filosofía tomista, aunque Pauwels se muestra más cercano al platonismo que al aristotelismo. Al avanzar penosamente por las páginas de este libro viene a la cabeza aquel texto del Evangelio en el que Nuestro Señor Jesucristo dice: "Yo te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos" (Mt.11,25). Viendo el esfuerzo que hace el autor para defender una filosofía del espíritu, es inevitable pensar que se trata de algo que acepta sin problema cualquiera que haya asumido las verdades que nos enseña el catecismo de la doctrina cristiana.