Mi testamento filosófico

Ensayo filosófico, autobiografía, memorias, diálogo literario... Cualquiera de estos apelativos cabría aplicar a la última obra del genial pensador francés Jean Guitton. Como en la obra maestra del Greco, El entierro del señor de Orgaz, por las páginas del libro desfilan diversos personajes que, desde su lecho de muerte hasta el juicio celestial, pasando por el entierro, acompañan a nuestro autor en sus razones para creer en Dios, para ser cristiano, para ser católico.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
1998 Encuentro
207
84-7490-995-1
2009 Encuentro
208
978-84-7490-995
Valoración CDL
4
Valoración Socios
3.5
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Libro del mes: 
Noviembre, 2011

Comentarios

Imagen de acabrero

Lo he leído dos veces. Las dos veces me ha gustado mucho. Es verdad que tiene partes y partes, y los diálogos con alguno de los personajes que aparecen dependen un poco del conocimiento que el lector tenga de cada uno de ellos. Queda la otra parte más divertida que son las descripciones de su muerte, su entierra y su juicio. El interrogatorio a que es sometido Guitton el día de su juicio es memorable y manifiesta una temática muy meditada por el autor. Me parece muy recomendable aunque tenga algún capítulo un poco más arduo.

Imagen de Paula Mart

En este libro Jean Guitton, nos expone de una forma original sus razones para creer en Dios y para ser católico. Son muchos los personajes que van pasando por su lecho de muerte y dialogando con él sobre el arte, el amor, el problema del mal y sobre la muerte. A través de estos diálogos, Jean Guitton nos deja un verdadero "testamento" escrito tras la experiencia de una vida.
El autor comienza explicando como el hombre es un ser materialista, pero a la vez es religioso por naturaleza. Por esta razón el hombre busca una religiosidad materialista, que le deja satisfecho e insatisfecho a la vez. Guitton entonces expone sus razones para creer en un Ser Absoluto y, más tarde, para creer que ese Ser Absoluto es Dios. Una de las razones que más me ha llamado la atención es esta: "Si no me costara creer en Dios, pienso que no creería en Él" Esto me hacía pensar que precisamente el ateísmo es la postura más fácil o más cómoda y que una muestra clara de que la religión católica es una religión sobrenatural es, la de que es necesaria la fe para adherirse a ella.
Enlazando con esta idea, es interesante cuando el demonio va a visitarle y Guitton le dice: "Usted me interesa porque me es útil en mi investigación personal de lo verdadero" Aquí el autor manifiesta que el tener dudas y el tener que preocuparse por buscar la verdad, es lo que realmente le reafirma en sus convicciones. En otro momento del libro dice: "En el momento que dejamos de buscar, perdemos lo que habíamos encontrado y, por el contrario, cuanto más encontramos, más buscamos".
Hay otra razón muy clara por la que Guitton cree en un Absoluto: "¡Un Absoluto que se mete en mi vida! Es evidente que yo no me habría inventado semejante religión" Se podría añadir: Un Absoluto que se hace un Niño, un Absoluto que se hace pobre, un Absoluto que muere en una cruz... ¿Quién inventaría una religión así?
El autor continúa el libro exponiendo sus razones para ser cristiano y cuenta como con el cristianismo se han introducido las ideas de persona y libertad, por eso querer una libertad sin cristianismo, es una empresa difícil. Las ideas de persona y libertad forman un todo con la idea de un Dios personal. Guitton desarrolla como ese Ser Absoluto en el que cree es un Ser personal, que piensa, que ama y al que se le puede rezar.
El autor da un salto más: una vez que deja clara la existencia de Dios y expresa sus razones para ser cristiano, ve como esto le lleva a creer en Jesucristo como salvador del hombre. De esta idea llegará al catolicismo, que lo verá como algo inexplicable y misterioso y que lo resume en la frase: "el catolicismo predica la felicidad... a la vez que muestra a Cristo en la Cruz"
A lo largo del libro, se tratan de otros temas; aparece un diálogo en el que se habla del sentido de la vida, en el que Guitton afirma que es el amor a Dios, pues es de lo único de lo que seremos examinados a final de la vida. En otro diálogo tratará de la inmortalidad, poniendo de manifiesto como Dios ha regalado al hombre la eternidad. Por la fe, Guitton cree que el alma no muere, y ve que para el que ama a Dios, el sentido de la existencia es muy simple: ir al encuentro del Dios que amamos. El hombre no tendría en sí ese deseo de la eternidad, si no lo pudiera alcanzar.
Otros temas interesantes son: el tiempo, que lo considera parte de Dios: "toda la belleza del tiempo vive en lo sublime eterno... toda chispa es eterna, una vez que brota de lo profundo del amor verdadero"; también aborda el problema del mal, diciendo que no se trata de una objeción para creer en la existencia de Dios, al contrario, si se niega el mal, se niega a Dios. Dice que Dios, en sus planes, que muchas veces no entendemos, permite males, para sacar bienes, muchas veces la propia salvación del alma.
Son muchos los temas que trata Guitton. Es un libro muy interesante para leer, por los temas que abarca, tan relacionados con el sentido último del ser humano. No se trata de un estudio frío y desolador de la muerte; es un libro escrito desde un conocimiento íntimo de Dios, que inspira confianza en su amor y en su perdón y que alienta a "vivir en cada instante como moriríamos si muriésemos bien" .

Imagen de enc

Un poco pesado. Yo diría que hasta pretencioso, si se me perdona, lo cual no tiene nada de extraño ya que Guitton es el intelectual católico francés oficial, amigo de Pablo VI, que recibió del Concilio el mensaje a los intelectuales, etc. Me pregunto incluso si enseña algo a los no filósofos. Ya hace tiempo que lo leí, por lo que es posible que el juicio sea un poco a distancia.

Imagen de juan mora

Este ensayo filosófico se encuentra escrito de forma dialogada, lo que facilita la comprensión de los temas y ayuda a realizar una lectura más amena y fluida.

El proceso de la muerte, entierro y juicio del autor, constituye el hilo conductor de la obra, sirviendo de base sobre la que van surgiendo los distintos aspectos filosóficos y escatológicos desarrollados por el autor.

Esta base es muy útil para seguir el argumento del libro y, junto con las distintas conversaciones del autor con tan notables personajes, van introduciendo a los lectores en los temas. A pesar de ésto, la diversidad de temas, la dificultad de algunos razonamientos y la frecuente reducción al absurdo de las tesis opuestas, complican el seguimiento de alguno de los aspectos tratados.

La forma de plantear la estructura y el estilo, como un diálogo profundo y sincero entre él y algunas de las personalidades más destacadas de este siglo, adquiere un especial atractivo por tratarse de un ensayo filosófico en el que se encuentran temas tan importantes en nuestra vida como el amor, la muerte, el cristianismo, la inmortalidad del alma y el mal, entre otros.

A lo largo del libro se puede disfrutar de algunos recuerdos y sucesos graciosos de la vida del
autor, que consiguen arrancar más de una sonrisa intercalada entre profundos y variados razonamientos.

En conjunto, me parece que, sin ser un libro especialmente asequible, aborda temas muy trascendentes y complicados del pensamiento humano razonándolos de una forma muy original y brillante.

Imagen de Germán

A mí me pareció genial. Si es verdad que hay algunas partes en las que, al tratarse de diálogos con otros filósofos puede hacerse algo más arduo, sobre todo a quien tiene menos conocimientos filosóficos, pero los diálogos sobre la muerte y el juicio son espléndidos. Me parece que es una forma muy simpática de plantearse los acontecimientos últimos de nuestra vida. Por otro lado son cosas que a todos nos interesan ya que son las únicas seguras de la vida
Los diálogos con Miterrand parece ser que tienen base histórica. Lo que si parece claro es que el presidente francés se convirtió al final de su vida, como consta en su testamento, y parece que tuvo una influencia importante las conversaciones con Guitton.

Imagen de irene f

La última obra del genial pensador católico francés Jean Guitton, uno de los hombres que más intimaron y correspondieron a Pablo VI, es un ensayo filosófico y autobiográfico por el que desfilan diversos personajes que exponen sus razones para creer en Dios, para ser cristiano, para ser católico. Son personajes históricos, algunos tan recientes como Mitterrand, a los que Guitton hace hablar sobre su fe y sobre las dificultades que encuentran para mantener esa fe. Es un libro que me ha parecido muy original, así como interesante porque me ha dado un conjunto de argumentos con los que poder defender y exponer mi propia fe en ambientes secularizados y hostiles. Desde el punto de vista literario y filosófico me ha parecido un libro magistral, brillante y muy ilustrativo. Desde el punto de vista humano me ha resultado enormemente entrañable y conmovedor.
Es una obra que Guitton escribió como síntesis y testamento poco antes de su muerte y está escrito en forma de diálogos ficticios con pensadores como Sócrates, Bergson y Blondel; y personajes como el Papa Pablo VI y el Greco, el autor del inmortal "Entierro del Conde Orgaz". Los diálogos se entretejen mientras el autor enfrenta sus propios novísimos: su muerte, su entierro, su juicio.
Es un libro que va más allá de un ensayo filosófico o unas memorias: son las confesiones íntimas de Guitton. A lo largo de estas confesiones íntimas vemos desfilar por la mente del pensador francés a filósofos y políticos, al Papa, al Diablo, al Greco: todos ellos tienen el cometido de leer en el alma de Guitton, abierta de par en par, las razones más íntimas de su fe y de su filosofía. Y es precisamente en esto donde radica la profundidad de la obra. Guitton nos hace asistir a su propia muerte (primera parte), a su entierro (segunda parte) y a su juicio (tercera parte). En su lecho mortuorio aparece Lucifer para sembrar la turbación en su espíritu. Con él habla Guitton de su amor por la verdad y de sus dudas. Después llega a visitarlo Pascal, con quien discute sobre las razones para creer en Dios. Guitton distingue entre creer en el Absoluto y creer en Dios y afirma que para verlo tenemos que "ponernos de puntillas sobre la punta del espíritu". Tras él se presenta Bergson. Ambos indagan las razones para ser cristiano y Guitton concluye diciendo que "las razones para creer son sencillas, las razones para no creer están en la complicación". Al fin, viene el Papa Pablo VI, con quien discute las razones para ser católico, para pertenecer a la Iglesia Universal. En la segunda parte, Guitton nos invita a su propio funeral. Desde la tribuna de la basílica de los Inválidos, observa sus exequias y conversa con De Gaulle sobre el mal, con Sócrates sobre los auténticos filósofos, con Blondel sobre el hombre y el alma, y con Dante sobre el amor y la poesía. El libro acaba con el juicio del hombre Jean Guitton. Santa Teresa de Lisieux le defiende y Mitterrand se presenta como testigo. El presidente rememora sus encuentros con el procesado, donde hablaron del infierno, del pecado, de la autoridad, de la libertad... Al final, el Juez Supremo pronuncia el fallo que, lógicamente, no registran las páginas de este libro.
De todos estos diálogos tan brillantes y apasionados me ha llamado la atención la discusión teológica que mantiene con Pascal: "Creo en Dios por una razón fundamental: porque me cuesta creer en Él. Si Dios fuese fácil, estaría al alcance de la mano. No sería trascendente y no sería Dios. Pero si Dios es Dios ha de haber una desproporción entre Él y nosotros"
En este libro Guitton nos invita a pensar con él y ser testigos del testimonio conmovedor y vivencial de las razones que lo llevaron a ser un creyente paradójico y abrazar la verdad por el hecho de que Alguien, hace dos mil años, logró que el amor venciera a la muerte.
En fin, una obra de gran altura espiritual. El testamento de un pensador genial, para quien la muerte era "el único momento de la vida en que uno puede darlo absolutamente todo y sin esperar nada a cambio".

Imagen de Jose Rodri

Estoy de acuerdo con Germán: el libro me parece muy interesante. Quisiera destacar los razonamientos tan claros de Guitton cuando habla de la religión. Por ejemplo, se considera católico por ser librepensador, o sea, une religión y libertad, lo cual, actualmente, está separado. Por otro lado, el argumento de la demostración de la existencia de Dios porque existe el mal me parece de una sencilles que raya en lo genial; nunca hasta ahora había leído un argumento tan sencillo y, a la vez, tan demostrativo. La conversación con De Gaulle sobre la verdad me parecen muy claras. Creo que es un libro que hay que leer despacio e, incluso dos veces para "sacarle todo el jugo". Ánimo a los que lo consideran "algo pesado". Merece la pena leerlo.