Este primer poemario de María Eugenia Reyes nos presenta a una autora a la que habrá que tener en cuenta. Su poesía refleja madurez literaria y madurez humana. El tono es sereno, de quien contempla la realidad (acontecimientos, paisajes, amistades, etc.) con unas dotes de observación que trascienden de lo meramente externo. En su poesía, hay rasgos pictóricos, bellas imágenes, descripciones de lugares, un ritmo variado y conseguido, a veces ironía, aunque siempre delicada, pero todo es manifestación de amorosa belleza, de existencia gozosa y con sentido, incluso cuando aparecen el dolor o la nostalgia.
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Este primer poemario de María Eugenia Reyes nos presenta a una autora a la que habrá que tener en cuenta. Su poesía refleja madurez literaria y madurez humana. El tono es sereno, de quien contempla la realidad (acontecimientos, paisajes, amistades, etc.) con unas dotes de observación que trascienden de lo meramente externo. En su poesía, hay rasgos pictóricos, bellas imágenes, descripciones de lugares, un ritmo variado y conseguido, a veces ironía, aunque siempre delicada, pero todo es manifestación de amorosa belleza, de existencia gozosa y con sentido, incluso cuando aparecen el dolor o la nostalgia.